“Réquiem por mi perra Nela”

Por: Pedro Domínguez Herrera

Los seres humanos tenemos la constante de considerarnos  el centro del universo, el punto desde donde fluye el motivo de la creación , a modo paternal de Dios y nos olvidamos que existen otras vidas, las del reino vegetal y animal; vidas hermosas y urdidas por el Hacedor. El  colorido  de las  mariposas ; las más diversas formas, muchas de ellas desconocidas y algunas que han aleccionado al ingenio del hombre (la libélula y el helicóptero )… y los sentimientos  de ciertos animales, que de seguro agradan muy mucho al Creador.

Todo me hace  considerar, si es posible que Nela tuviera alma o algo de espíritu. Su cuerpo enterrado en mi terreno bajo unas indicativas piedras y que esa pequeña chispa espiritual se encuentre en los etéreos confines de un vedado misterio.

Si no, donde la alegría que me mostraba cuando yo llegaba a casa, sus cabriolas, los movimientos de su amputado rabo, sus sueños que le hacían contorsionarse  mientras dormía, su alegría, su amor, su lealtad al considerarse ella una más en la familia. Su mirada profunda y a la cara, echada siempre a los pies de nosotros o en la nevera esperando algo de embutido. Su intuición cuando la íbamos a bañar y su despedida cariñosa hacia mi momentos antes de la inyección letal.

Por todo  lo dicho, es de considerar que si los humanos tenemos por fe garantizado el más allá, el amor, la inteligencia y los valores, de ciertos animales hacen esperar que  tengan la posibilidad de  una especie de limbo hacia la eternidad y si no empezaría a dudar de mi espíritu imperecedero…