La maravillosa vejez

Por: Luis C. García Correa y Gómez

 Envejecer es una de las grandiosas vivencias humanas, y la época cumbre de la existencia.
         Se envejece con una maduración que hace resaltar el valor inconmensurable del cariño, del amor.
         Es maravilloso envejecer, aún con achaques propios de la edad.
         Los valores se incrementan, la experiencia es mayor y como resultado se vive la realidad, y, además, de manera sublime y con mayor tolerancia.
         ¡Pobre del que no la viva así!
         No respetar al viejo es un signo ineludible de una falta gravísima de educación y de valores.
         Se llega a la vejez por la vida.
         Por ser viejo no se tienen más méritos, sólo se tiene más vida, que da la experiencia.
         La experiencia es la madre de las ciencias.
         Y ¿por qué digo todo esto?
         La Comisión Europea ha declarado este año 2012 como el “Año Europeo del Envejecimiento Activo y Solidario Intergeneracional”.
         Y ¿saben que entre los varios objetivos,-  muy buenos por cierto -, hay uno que, a mi entender, la encharca? porque dice: “como consecuencia de mantener la actividad intelectual las personas mayores, el sistema público de salud se ve beneficiado al reducir sus cargas asistenciales”.
         En otras palabras, que se consigue ahorro de dinero, lo que me parece estupendo, pero me sigo sintiendo un ser humano de valor incalculable e irrepetible, y que antes que gastos o de ahorro somos personas que al llegar a viejos Dios nos ha permitido vivir estos años y enriquecernos, lo cual debe ser bueno y necesario para la comunidad, y si como consecuencia de nuestra actividad necesitamos menos atenciones sanitarias muchísimo mejor para todos, pero no como uno de los fines notorios de la celebración.
         Decía el famoso poeta latino Virgilio que “el tiempo se escapa irremediablemente”, y recalco que se nos pasa a todos por igual.
         Pero hay unos a quienes se les pasa con alegría y a otros con tristeza.
         Como dato anecdótico personal, repetir que, después de mi infarto, espero con ilusión a la muerte, y la espero así por la fe religiosa que tengo en Padre Dios y por la madurez de los años.
         Espero y deseo que todos los que somos mayores, los que somos viejos, vivamos el tiempo que nos queda,- que pasa irremediablemente-, sea con gran ilusión y en plena actividad, queriendo a la familia, a los amigos y a la comunidad, y al ser participativos activos, libres y felices esperemos a vernos con Padre Dios, cuando Él lo disponga, para la dicha eterna de Su contemplación en el cielo.
         Deseamos ser comprendidos y respetados. Y, si se acepta la proposición que hice de dedicarle, al menos una hora a la semana a la comunidad, podremos ser considerados como algo importante de la misma, porque estaremos cooperando, con nuestro tiempo y saberes, al bien de todos.
         En espera que nuestra cooperación sea una realidad y ser merecedores de los honores de protectores de la comunidad, reciban mi cariño y el deseo de la plena felicidad.

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