Mi visión de participar en la comunidad

Por Luis C. García Correa
El enunciado del principio fundamental de la obligación de participar en la comunidad es: "Toda persona, sana y con tiempo disponible, tiene la ineludible obligación de participar para promover el bien de la comunidad".

Los humanos somos seres sociables, y, como tales, estamos obligados a cooperar al bien de los demás. No sólo es obligación, es necesidad.

El vivir en comunidad significa repartir cargas según posibilidades. No eludirlas. Quien las elude debe ser por cobardía, por mala educación, o simple pasotismo.

Quien falta a este principio peca socialmente. Y la gravedad está en relación directa al perjuicio que ha causado por no participar.

Nadie tiene derecho a no cumplir con esta obligación, salvo causas que lo impidan.

Que sean causas reales y verdaderas, -y no escusas-, aunque así y todo podrá, en algo, cooperar al bien de los demás, sin pedir nada a cambio.

Ejemplo: la aportación de ideas y cómo ejecutarlas, cuando se es mayor.

Así que no sé si existe alguna razón u ocasión de no participar, que exima no participar.

Esto tiene que ser un comportamiento derivado de la conciencia.

Hay quien puede alegar y afirmar que no tiene obligación. Que es su derecho no participar. No basta con alegar, hay que demostrarlo.

Contribuye a esta falta de participación el número de pasotas, y la crisis actual, que es una demostración de la falta de valores éticos o religiosos.

Como paréntesis: sí creo que la crisis tiene culpables (esto será tema de otra participación). Pero sigamos con el tema actual.

Quien se escaquee es un mal ciudadano, y debe ser recriminado por ese mal comportamiento. Debiendo ser rechazado socialmente por su egoísmo.

Pero quien ejerza esa obligación con hechos, -si además lo hace con alegría-, debería ser premiado, considerado como un buen ciudadano y admirado socialmente. El cumplidor debe sentir la satisfacción del deber cumplido, que es una de las mayores alegrías que humano puede tener.

La buena voluntad social del ser humano, -de participar en la búsqueda del bien común, sin pedir nada a cambio- debe de enseñarse, educarse desde muy niño.

Cualquier defensor de lo contrario, debería plantearse si lo hace por egoísmo, incultura, mala educación o rencor. Porque entonces debería plantearse si es merecedor de recibir los beneficios que la sociedad reparte.

Desde niño hasta la muerte debemos tener la constante preocupación de participar en la búsqueda del bien de la comunidad, -que es, además, el bien propio-, y la idea fundamental de la feliz convivencia, para ser un buen ciudadano.

La colaboración la debe definir cada persona, nunca debe ser impuesta, salvo por la conciencia del propio ciudadano.

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