Al macanazo
Por: Antonio Domínguez |
Por lo visto tenía yo razón (le sonó la flauta al borrico) al
elaborar pequeña opinión del pensamiento genuino; porque ahora han visto y han venido
a afirmar los colaboradores de Punset, (la élite de la cientificidad) que es de
más valor una intuición que una razón; el cerebro libera cuando actúa rápida y
desenfadadamente huellas mnémicas que no sabe nadie de donde proceden, pero que
solucionan situaciones que al parecer por cualquier otro proceso psíquico resultaría
imposible o muchísimo peor. Parece Ser que domina muy mal el hombre los distintos
conceptos que llevan a una misma solución ayudándose, porque le falta capacidad
al cerebro para ello, de las huellas mnémicas. Que si no heredadas (las
huellas) sí son heredadas las redes neuronales, por donde entran como un ciclón
de aire caliente, las psicologías afines a los genes familiares; y sea por una
cosa o por otra parimos de la preñez cubierta (embarazada) por nuestros antepasados
parentescos reales. Esto no falla como el apellido al que pudo dilapidar una
antepasada nuestra, a saber, ¿tras un bardo de tuneras?, ¿en medio de
bosquecillo? Radica la buena inteligencia en elegir un factor (el mejor, y es
cuestión de acierto) y desde ahí se penetra más contundentemente que si se
embrolla y vacila para tomar esa decisión de la que nunca se estará seguro;
porque no interviene la intuición del pensamiento genuino; sino que interviene
el pensamiento burdo, su conocimiento y su razón; y todo lo inteligible que no
sirve para nada en el momento de tomar una determinación ya que esta solo procede
de huellas mnémicas milenarias.
Vienen a la vida con la
estructura del cerebro y se les fortifica a través de la visión del mundo (que
viene a ser lo mismo que se dice arriba) y según se vea el mundo conforme a genética
y forma de mirar dará la –su- habilidad, por eso es tan difícil o imposible
disuadir las cargas mnémicas de un santo, como las de un criminal.
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