A la memoria de un amigo: Juan Rodríguez

Por Luis C. García Correa
La fe en Padre Dios y en su cielo, junto al cariño y los recuerdos, llenan los vacíos que dejan un amigo y compañero cuando ha cruzado la Frontera del Más Allá.
Ahora puedo escribir más sereno. La inmediatez de la muerte me nubla la visión.
La infinita misericordia de Padre Dios lo estaba esperando, y ya llegó.
Mucho hizo Juan por ganarse esa eterna felicidad de la contemplación de Padre Dios.
Ya tenemos un padre, un marido, un amigo más en la eternidad implorándole a Padre Dios por nosotros.
Su tiempo ya es eterno como su felicidad.
Su ausencia es doble: amigo y compañero de nuestras reuniones de Opus que tanto impulsabas.
La tristeza de su ausencia la mitiga la fe.
Hasta pronto Juan, amigo y compañero. El tiempo ya es tan corto que te insistimos reces, intercedas por todos nosotros para que cuando nos vaya llegado nuestro momento de la partida, lleguemos al cielo que te ganaste
Ya entraste en la feliz vida eterna. Pero, humanamente, te echaremos de menos.
Con todo el cariño y hasta pronto.  Tus compañeros y Luis

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