Comentarios a dos aforismos de José Juan Mujica Villegas, su autor (redundo).

Por Antonio Domínguez
NO ME ESFORZARÍA MUCHO POR CONOCER EL PARADERO DEL HOMBRE MÁS SABIO, EL MÁS PODEROSO NI EL MÁS SANTO. ME ESFORZARÍA POR ENCONTRAR ALGO MÁS NOBLE: ALGUIEN QUE FUESE SENCILLAMENTE  BUENO (Mujica).
Denuncia la demencia de las quimeras porque “se dice” que en la sabiduría, en el poder o en la santidad no está la verdad; o está “una verdad”, que, por pretendida, inventada y viceversa. El aforismo delata “la imposibilidad” de encontrar a alguien sencillamente bueno y ningunea la posibilidad de encontrar bondad al sabio y al poderoso. Sabe que “el sabio mata” para quedarse como suyo el invento; y el poderoso, que en algún estadio de su vida fue comerciante, matará por el dinero; y el santo no está para dar, está para que le den. Aboca todo ello a caer por la fosa abisal de una redundancia escalofriante: “el hombre para sus mejores cosas, necesita de lo peor que hay en él”.  
Queda encontrar a alguien sencillamente bueno y no es posible. Si se tratara de individuo complicadamente bueno, puntillosamente bueno, rácana  y gili-cara dura-mente-bueno, soez y molestosamente bueno, etc., pudiera. Buenos con mácula de maldad lo somos todos, pero, simplemente bueno, esa grandiosa simpleza, no está en el mundo… todavía.

Solo los elegidos están a la altura de percatarse introspectivamente aquí; en el mundo en que estamos, o, lo que es lo mismo entender a fondo este aforismo. Solo unos pocos están en la verdadera presencia de las cosas y saben que ¡ellas! se demuestran en su verdad sin necesidad de ayuda humana; a las que le es imposible tener doctrina ninguna (las cosas) porque, para mañana no hay brizna de obligatoriedad (en las cosas). Nada está obligado a amanecer ¡ni siquiera el mundo! En el no ser, en la nada por supuesto, se encuentra la sencillez y la bondad (advierta que la bondad y crueldad están en un no yo perpetuo y son siempre a cambio de algo. La crueldad se sacrifica por bondad para ir al cielo y la bondad cambia a crueldad para mancillar y conquistar países; creo que todo ello lo insinúa sobradamente el acotado aforístico y de ahí su valía. La crueldad y la bondad son comportamientos psicológicos ambivalentes y se dan  en una misma persona a lo largo de su vida, incluso al mucho tiempo de haber entrado en la santidad más santa: ese es el hombre en pelete. ¿Sabe porqué es tan difícil ser bueno a un tercio de la posibilidad? Usted no se lo creerá, pero, en este mundo la imposibilidad de la bondad pura y de toda posibilidad es tal, qué,”si lo imposible pide, lo posible aun no le dan”.


ES COMPRENSIBLE LA LÓGICA DE LA NATURALEZA AUN ADMITIENDO QUE ES INSENSIBLE A TODO (Mujica).
Esconde el deseo generalizado: ¡quien pudiera comprender la naturaleza! Se trata de una verdad universal en la composición; que tiene su mérito acotarla; pero jamás alcanzará la palabra a reflejar su desastrosa evidencia; el dolor de una madre el cual parece no importarle (a la naturaleza); el sufrimiento de un hombre chico, feo, calvo, pobre, bizco, en paro, sin coche ni bicicleta.
Goethe dijo lo mismo camufladamente  sin comprometerse nada: “NO HAY TIEMPO NI FUERZA QUE ROMPA LA FORMA ACUÑADA QUE SE DESARROLLA VIVIENDO”. Te le pongo como ejemplo del aforismo que no dilucida de la lógica de la naturaleza, ni de su insensibilidad a todo; y precisamente como alude a la inescrutabilidad del destino y a la inviolabilidad del sino; ya se mete en la grandilocuencia de la frase para la posteridad (que, contra la común opinión, solo se logra sin comprometerse en nada). Un mismo pensamiento; el tuyo elocuente, cargado de pragmatismo y saber, morirá por su temporalidad y evidencia. No así el de Goethe; inmortal porque le carga de misterio; y el misterio no sabe nadie a donde ha llegado y donde descansa exactamente. ¡Claro! Estamos trayendo a Goethe, el cerebro humano más grandioso según Schopenhauer. Mira Pepe, por decirte una verdad que estoy completamente seguro escandalizará a la guanchada: ¿sabes lo único que te diferencia “de los portentosos literatos" de coordenadas establecidas desde el punto de vista del triunfo y la fama a las que se ciñen como una faja?: ¡TU HONRADEZ!
Antonio Domínguez.

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