La santidad es sumamente contagiosa

Por Luis C. García Correa
La santidad es sumamente contagiosa: el santo es un vector lleno y cargado de valores.
Los valores de la ética, de la moral o religiosos son el conducto, el vector y el medio eficaz a través del que se produce el contagio de la santidad.
Todos hemos nacido para la santidad. Lo que debemos hacer es buscarla con honestidad, humildad y amor. Le garantizo que la encontrará.
El amor, la humildad y la santidad son los pasaportes para poder aterrizar y entrar en el territorio maravilloso de la santidad.
Todos estamos llamados a la santidad, solo hay que corresponder con el corazón y el alma repletos de felicidad, que nos la da la honestidad, la humildad y el amor a los demás.
La santidad es sumamente contagiosa. Déjese contagiar conjugando el verbo amar.
Para llenar la vida de valor y contenido hay que rezar, y los que no son creyentes hacer pequeños sacrificios
“¡¡¡La oración es la charla, inmediata, certera e instantánea con Padre Dios!!!”
“¡¡¡La oración es el vector que contamina la santidad!!!”
Estar contaminado por la santidad, es ser uno de los privilegiados que viven soñando, pesando y amando a los demás.
El amor a los demás tiene tal poder de contagio, que una vez contaminado ya no hay forma de vivir sin amar a los demás.
El amor a los demás nos enriquece: nos convierte en los super millonarios de la felicidad y de la libertad.
La felicidad y la libertad se complementan para juntas llegar a gozar de la plena felicidad en la plena libertad.
No lo dude: Pruebe y verá. “¡¡¡Ya me lo contará!!!”
Contágiese de la santidad, para ver y vivir el presente con toda realidad.
La realidad es algo objetivo.
La realidad debe ser el vivir con honestidad, amor y humildad para que no haya nada que obscurezca la luminosidad de la realidad.
Hay quien se encandila con la luminosidad de la honestidad, y se convierte en corrupto para amasar dinero y poder y vivir esclavo de esos poderes del mal.
La santidad es sumamente contagiosa. Una vez contagiada, la bondad y la misericordia serán sus amigos de verdad.
El viaje de la vida tiene muchos billetes. Compre siempre butaca en el vagón de la santidad, y llegará a su destino con plena felicidad.
La santidad lo convertirá en el amigo de los amigos. La hermandad será, entonces, su hermana por siempre jamás.
No compre el billete del vagón de cola: es el que se mueve más y el mareo será constante hasta que se baje del tren, y comprobará que no ha llegado al destino deseado.
El ahorro en santidad disminuye el valor y las condiciones de vida, rebaja la posibilidades de amar con pasión a todo lo que tiene contenido y valor.
¿Qué cosas tienen valor? Las que dan felicidad.
“¡¡¡Contágiese de la santidad y disfrutará de la plena felicidad que le da el amor a los demás!!!”
La santidad es contagiosa si sabe aprovechar ese estado ideal.
Aprovechar el estado ideal de la santidad, es haber llegado al mayor grado de felicidad y de libertad.
“¡No lo dude!” Busque, denodadamente, el contagio de la santidad y ya me contará.
La santidad es la meta a alcanzar para vivir, repartir y compartir felicidad y libertad.
Sin santidad la vida se vuelve sosa, sin valor y contenido, y es perder el tiempo que nunca regresa jamás.
 “¡¡¡La santidad es el estado ideal!!!”
“¡¡¡Sea santo y contagiará a los demás!!!”

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