Murillo


Si los animales tienen un lado sorprendentemente humano ¿porqué los humanos se atreven a hacer diferenciaciones tan excluyentes entre ellos; siendo el más inferior de los humanos sumamente superior al más sabedor animal?
Quizás me vaya muy a extremos para dar importancia a la verdad que quiero expresar. La grisura del hombre, hoy, no viene de gris, sino de grisú en estallido de colores que desprende el Tamaraceitero que no será olvidado a los meses.
Extendido algo porque no voy a hablar de un hombre cualquiera: Agustín López, nuestro Murillo, “debe su inmortalidad” a su vitalidad e inagotable quehacer y al sobrenombre que por haber sido pintor de brocha gorda le pusiera Don José González. Se cuenta que estaba Murillo pintándole la casa y a la hora de almorzar cogieron el coche y recalaron en el cafetín de Don Juan Pérez a tomar el jarabe del apetito. Fue cuando González lo bautizó al golpe de: ¡Juan, pon ahí una copa para Velásquez y otra para Murillo!. Aprovechando que hablamos de ron, en tiempos en que Murillo se lo tiró por encima, jamás mendigó una copa. Siempre se la ganó con permuta: mandado, lavado de coche, etc.
 A su vez y de siempre, otro parroquiano, Don Antonio Juan le distinguía y le encumbraba dejándole todas las llaves de su casa cuando viajaba por meses; Agustín daba una vuelta diaria a las palomas y al inmueble.
Murillo, estas no son horas para obituarios pero me dan ganas de decir que te fuiste para la nada como si nada. No te vimos apagarte poco a poco, ni quejarte, ni gestos de dolor. ¡Fuiste duro como el acero en absolutamente todos los sentidos!. ¿Con que metro se mide el esfuerzo de López, que empezó su vida de niño arrancando hierba a mano, para vender a dos pesetas el saco?. Pasaba días completos en ese trabajo para proveer de forraje para cabras a sus clientes.
Murillo tenía su campo de acción en Tamaraceite y amparándose en su saber estar,- considerándose (sabiéndose) él un personaje popular-, entraba en cualquier casa o negocio con total libertad y así era aceptado. La gente se alegraba cuando le veía. Él siempre les decía algo: ¿Te gusta la playa? ¿Quieres que te compre un gato? ¡Vete al sur que el agua está más fina!. Agustín lo mismo bañaba a un viejo, que le amortajaba a su debido tiempo. Valía para los más inopinados trabajos además de para pintar, sacar escombros, mudanzas, entierros, barrer, lavar, coches, hacer mandados, etc.
Agustín, conocido por Murillo.
De la cabalidad de Murillo habla que Agustín tenia prohibido llamar; abría la puertas con sus llaves, atravesaba, cuando lo eran, kilométricas galerías y quedaba inmerso como un familiar. Eso lo vi y puedo dar fe, bueno, puedo decir que es verdad.
Los hombres tienen la libertad para hacer el bien o el mal, por consiguiente pueden escoger cualquier camino. Procediendo de la nada, Agustín,- desde que nació hasta que murió- vivió al céntimo, pero, no con miserias y menos  fue un miserable. No fue  una desgracia su venida al mundo, fue un ser dinámico, ágil y de actitud esperancera. No tubo Agustín actitud guerrera, mientras en el mundo no baja el número de guerras. ¡Aumentan prendidas el número de ellas!. Dios le miró y vio un pobre pero, no inane, ¡y sí millonario! Material, en comparación con los niños del coltán (mineral de la muerte) y cerebral en comparación con los que corren delante de la vaca por San Fermín. No vio Dios vía Murillo los abandonos que hay por el mundo; porque nunca abandonó a sus padres, esposa e hijos. Murillo estaba incapacitado para abandonar a un animal que fuera.
Yo no me las voy a dar aquí de saber el dato siguiente, porque Dios no habla con nadie. Y es que, no puede haber visto en Agustín (el señor) egoísmo y lujuria, porque él no inventó la policía canaria, ni radio televisión canaria, ni presupuestos para inculturas totalmente ajenas a nuestras costumbres, a lo que ellos llaman cultura (sin explicar a la gente que la cultura es intransferible de una a otra nación). Lo que se transfiere es conocimiento que no es exactamente cultura; es formación, o sea, conocimiento que se forma y se expande en la reciprocidad. LA CULTURA ES EL ARMA QUE TIENE EL HOMBRE PARA DEFENDERSE EN EL MEDIO. En el medio egipcio no se puede andar indolentemente entre las hierbas como en Canarias (que es otra cultura) porque mata la cobra; es este un ejemplo muy básico de lo que es la cultura. O sea que, Agustín, como todos, tropezó pero nunca en la misma piedra. Comprendió siempre la importancia de la vida que le había sido regalada. Nunca se creyó por encima de otros, estando él por encima de bastante más de dos tercios; ¡sí! Respetado lector.
Nunca abusó Agustín del más débil, cerebralmente hablando; -que ahí radicaba su fortaleza- ni vio con indiferencia la pobreza bastísima que hubo a su alrededor.
Hay muchas anécdotas de Murillo que les damos para allá, porque a absolutamente nadie le son totalmente favorables las anécdotas o todas las anécdotas y no se trata esto de un recado fabuloso, donde se puede restar y agregar para que quede bonito. De lo que el pueblo estaría seguro si se le encuestara es que a Murillo se le echa de menos, porque ha sido uno de esos hombres que desde la sencillez extrema dejan por su carácter una huella imborrable, en el escenario necesario de lo cotidiano en cualquier comunidad. Actuaba alegre, con movimientos cortos y rápidos y además de con la risa en la boca largaba a la vez el chiste ocurrencia, y esto se nota y es efectivo en todo momento y lugar. Por su continuo deambular en la carretera se le conocía “en toda la isla, e islas”, me atrevo a decir.
Como adelantado de Tamaraceite Murillo, para tus restos, para tu obra, para tu hálito especial, mis mayores respetos.
Lo grande que sigue ahora es poder justificar el motivo de esta aparición en este sitio de opinión. El ir mas allá de lo netamente experienciado, lo voy a intentar en el párrafo último que sigue. De que se me entienda no depende nadie para vivir. Es cosa de este mundo y en él se corren riesgos de que se entrevea la (mi) imbecilidad ilusoria. ¡¡Todo sea por Tamaraceite!!.
Lo de que los hombres somos iguales ante la divinidad, se le ha ido bajando de tono para venir a decir que los hombres somos todos iguales fuera de conceptos teológicos. De ser así no estaríamos hablando de Agustín ni de nadie; si no fuera antropológica (desde los inicios) la diferenciación que viene desde la tribu. ¿O es que cada hombre, sea quien sea en su diferencia, no tiene una gran influencia en los demás, con que sólo le miren? ¿cómo mediríamos la influencia de Murillo? Muy fácil. Viendo cuantos hombres se han buscado trabajo a ocupación completa , comprobado de antemano, que el tingo y el tango de Murillo era rentable, pero solo echándole diecisiete horas diarias. La gente vio en él la nebulosa económica; dependiente de la buena voluntad de receptores de su trabajo;  de lo que se puede decir que se expuso ante los demás del pueblo para ser o no ser emulado, pero, ni más ni menos que cualquiera de nosotros respecto de lo demás. Agustín a pesar de los pesares se esforzó siempre por permanecer oculto y lo logró metiendo la bulla de la locuacidad entre su pensamiento y la sociedad; en su aparecer primero que nadie. Los éxitos o logros de muchos son los que Agustín les infirió o les dio a entender en mudas lenguas. O llanamente viendo en Agustín todo lo contrario de lo que se había de hacer para ganar dinero.
Por tales datos indirectos se alimentan los métodos personales, que tienden a la superficialidad, que huyen de la parte sumergida, que en todos los hombres se encuentra; esa misma parte teme ser incomprendida, totalmente inexplicadora de la sencillez y la modestia de la eremítica silenciosa vida (que disimulaba Murillo volteando la pandereta de la broma; en este caso; que nos ocupamos de un maestro de la vida) de todos los grandes hombres en cuanto a sosiego (las grandezas son muchas y no solo están en construir apellidos importantes desde la nada o el mostrador de una tienda; ser gran artista, catedrático investigador y descubridor y ganar la maratón). Uno de ellos ¡no sigan en sus perpetuas dudas! Lo fue Murillo. Agustín López de nacimiento; que cumple ahora con el principio de la materia cuando va a la tierra. ¡¡Dichoso aquel que un día pase por su garganta un átomo deviniendo de Murillo a enriquecer su mente!! Le empobrecerá su vida. ¡No hay un solo gran hombre en sentido estricto, que no tenga los bolsillos vacíos!. Si todo esto le coge ajeno respetado lector y le parece que se llevan montañas a tamaño de piojo y viceversa, siento demasiado tenerle que decir y no lo oculto porque es mi obligación decirle que, a de vigilar adoctrinamiento político, gubernamental, autonómico, cavildicio, ayuntamientil, etc. y demás. La lectura, a de procurar lo indecible, para que no sea de periódicos, y sobre todo observar minuciosamente y ACERCARNOS a las personas entre quienes vivimos para darnos cuenta que los valores están sin más remedio ninguno en su silencio; que nos denuncian (con su callar) el delito de usar nuestra parlotería para asuntos pretendidamente serios. Espero que este “ligero roce” quede sin consecuencias, como siempre ha sido entre Tamaraceiteros.
Como resumen: a la naturaleza le cuesta tanto o más trabajo crear un hombre expeditivo, que todo método propagandístico le resbale; que toda alienación desprecie; que todo mito “y agravio” despeje; que ninguna moda le influya, todo ello, le es más difícil a la naturaleza sintetizarlo en un hombre, que crear a un Alberto Einstein. Fíjate bien y verás que Agustín es acreedor de todos estos principios, ineludibles para establecerse en la hombría de bien. Para lo cual, sin tener que inventar nada; a de venir siendo inventado “ese hombre”, poco a poco, por y desde sus más lejanos ancestros.
Las neuronas son las que son (no hay milagros) y sus redes básicas muchísimo más. 

Antonio Domínguez Herrera

Comentarios

Jesús Vega Mesa ha dicho que…
Me identifico con todo el comentario. Murillo fue un hombre necesario en Tamaraceite. Al margen de las muchas anécdotas que todos podemos contar de él, hubo en él una serie de valores que tendría que servirnos de ejemplo. Por su originalidad, su trabajo, su sinceridad y espontaneidad. Enhorabuena por el artículo.
Anónimo ha dicho que…
La enhorabuena se la merece usted por la lucidez que demuestra su gemelaridad en el fenómeno Murillo. ¡Ello le honra! Reciba saludos y los respetos de Antonio Domínguez Herrera.
Anónimo ha dicho que…
Murillo, donde quiera que estés como siempre se dice, espero que te llegue el buen deseo el aliento amigable y las gracias por todo lo que me aportaste. Estoy muy de acuerdo con lo que se dice en este escrito con lo que se omite y con el homenaje que se te da. Aun hay gente que pregunta por ti y cuando se enteran se lamentan y te reconocen la popularidad que te ganaste en tu pueblo.
Pedro Dominguez Herrera
Anónimo ha dicho que…
Mi más enhorabuena a D. Antonio Domínguez por su homenaje a nuestro querido MURILLO.Quisiera no sólo felicitarlo sino animarlo a que continúe publicando artículos, como lo viene haciendo últimamente.
















Anónimo ha dicho que…
Si hubiera nacido en la España de los "juglares", hubiera sido el mejor, pues para transmitir "mensajes"(por decoro, no utilizo otra palabra)era un As. Conocia vidas y milagros de todo el pueblo y eso no me lo va a negar nadie. Pero para juzgarlo, ya está Dios, nuestro señor. Señores, la hipocresía no hace bien a nadie.

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