¡Cuánto tengo que agradecer! ¿Qué somos en realidad?

Por: Luis C. García Correa y Gómez

He sido y sigo siendo muy afortunado. He podido vivir con amigos, con trabajo, con responsabilidades. He tratado a muchas personas. Todo esto, - junto a la educación que he recibido-, ha configurado mi manera de pensar y de actuar.
Si no se hubieran dado estas circunstancias ¿hubiera sido diferente? No lo sé. Lo único que sé es que, con el paso de los años, mis vivencias han fortalecido mis inquietudes y mis creencias.
He gustado, y sigo gustando, las mieles de la amistad, de la compresión y del cariño.
Me regocijo con el bien ajeno y me entristezco con el dolor y el mal. No lo puedo remediar. Y no quisiera tener que hacerlo.
Probablemente sea un sentimental. Pero no quiero cambiar. Lo único que me preocupa es mejorar.
Vibro con el abrazo de un amigo, con las palabras de reconocimientos, con la sonrisa y el saludo de un conocido ... Son mis momentos de felicidad, que no cambiaría por nada material.
Me glorío en el cariño recibido.
“Ser agradecido es de bien nacidos”. Totalmente de acuerdo.
Creo que debemos agradecer, constantemente, las muestras de cariño e intentar devolverlas multiplicadas por cien. Y hacer rendir, con el mismo multiplicador, todo el bien que tenemos.
Caminar iluminado por el resplandor de la belleza de la amistad es una forma grandiosa de vivir la felicidad. Y es la mejor manera de agradecer el cariño recibido.
¿Y todo esto por qué?
Porque soy feliz y quiero compartirlo con todos los seres queridos. Que son ustedes.
Amo apasionadamente al ser humano.
¿Cuánto debo a la vida y a los humanos? ¿Y cuánto tengo que agradecer? Tanto que no tengo con qué pagar.
Me comprometo a devolver cariño, a seguir queriéndoles, - como les quiero -, echándoles de menos y soñando con volver a oírles o verles.
¿Qué somos en realidad?
Humanos, únicos e irrepetibles. Portadores de valores eternos. Poseedores de la libertad más plena: aquella que nos lleva a hacer el bien y a ser capaces de amar.
¿Cuánto tengo que agradecer? Todo a todos.
No me dejen solo. No me dejen, por favor. Sigan ayudándome. Son parte importante de mi vida. Yo espero serlo de ustedes.
Con un fuerte abrazo fraternal y paternal, la paz sea con todos ustedes, con sus familias, amigos y vecinos. Que sea con el mundo entero, y para el que necesitamos recontruir.

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