Gofios inamovibles y obligados.


Esencialmente hablando, nadie tiene poder porque tenga dinero, ni nadie será dueño de esa esencia que, por el contrario le poseerá a él (me lo dijo el gofio). El dinero todo lo puede si la cantidad es suficiente para, de lo que se trate. Se sigue que, es el dinero en sí mismo el poder, y quien lo posee, necesita comprender su poder; para manipular el capital en su esencia; parecido a lo que hace cualquier cultivador, a de desvelarse –mortificarse- para crecerlo y multiplicarlo ¡haciendo el daño que haga falta! Que es ello intrínseco al capital; que cuando beneficia, es tonga mayor los que perjudica (del capital cogió recortes la viuda negra: perpetuarse comiéndose además al protagonista progenitor de que se valió). Así todo ello y lo otro y lo de más allá lo tiene dispuesto el único poder que es universal.
Lo que concierne a lo anterior, que es todo, es lo que hacen –“cuando lo hacen bien”- los poseedores de esa gran fuerza en sí misma que es muchísimo más que bruta; se les llama especuladores y, no hablamos de vulgares y tramposos intermediarios “en el mundo de la papa”. Ni en el de la riqueza; ni en el del capitalismo: hablamos del capital.  No es cierto que el poder de todos los poderes esté dedicado al latrocinio (esa es cuestión de riquillos) que sólo conduce a un bienestar económico; está dedicado a asunto muy superior: invertir donde ve síntomas de debilidad, exactamente igual que el que pone un bar donde hay muchísima gente y no hay bares (discúlpeme por el ejemplo birria, no se me ocurre otro). Así es la lógica del poder universal.
La avaricia nunca rompe el saco al capital porque tiene el más grande saco, que es el mundo, del que es dueño por entero. Hay quienes se maravillan de que la élite de ejecutivos manejen el poder político de las empresas para a su tiempo a los mercados “y echar a temblar a los estados”. ¡¡Pero vamos a ver!! ¿quién se puede erigir en familia del capital? ¿quién va a manejar el capital y por ende el mundo? ¿Los cobradores y chóferes de la patronal de guaguas? Ya esa es una clase sobre la que se abalanzó el negro, oscuro “fantasma”. (Que lo es el capital para quienes les está negado). Y mientras les envolvía les dijo: ¡¡ni se les ocurra aparecer por donde yo esté!! Esto es extensible a las múltiples clases que a la altura de esa clase social están, o en bajeza económica, cosa distinta pero homónima. Así es la verosimilitud del poder de todos los poderes, ante la ramplona inverosimilitud a veces, tanto del puede, como del no puede, ser.
Se amilanan también porque el capital -los mercados- sean la fuerza del mundo desplazando a los estados pero, ¿qué tiene de nuevo esto si es que siempre ha sido, en el mundo del mercado libre, infinitamente mayor el capital privado -en su conjunto- que el público? Y este capital, además sería imposible sin los impuestos detraídos “de su propio padre”. El capital privado.
Dicen que el señor creó el cosmos y vio que era bueno. No se equivocó, porque quien fue, es y será mandando en este mundo: el capital, opina lo mismo (que Dios). Es una visión física mayor y más factible a la credulidad; como todo lo que el tacto de la mano siente material tiene gran posibilidad de alcanzar la cientificidad.
El capital: LA UNIDAD que nadie ha tenido que componer; que no ha tenido necesidad de escindirse de nada, ni de fraccionarse. Nada le podrá minar porque jamás ofrecerá un solo segmento que se pueda descohesionar a ese universo inconmensurable circunscrito, constreñido a su propio universo, pero, que sin embargo, no hay universo que no arrastre y se lleve por delante. Por algo lo llaman los moros “flus”. En resumen, las crisis son amorosas, de debilidad, de carácter, etc... Lo otro todo, es vaivén del remolineo cuando el capital busca postura cómoda, que siendo inconmensurable, más bien, inescrutable, cómo la consigue, ya decidirá él cuando se revuelve a virarse de nuevo. El capital no es cuantioso, copioso, holgado, sobrado: esa es la riqueza. El capital es uno, más grande que el mundo, el que sin punto de apoyo, vuelca y revuelca la tierra entera. Como se comprenderá, decir de este extremo – que no se sabe ni donde está- que pueda caer en crisis, del capital hablamos, que no del capitalismo como sistema, eso es otra cosa; sí que es de una imbecilidad irredenta “contrastada”. Presuntamente. ¿O es que hay gofios nuevos bajo el sol?.
Escrutando los derroteros de aparentes verdaderos gofios. Inescrutables gofios en su derrotero. ¡Gofio divino! ¿cómo se puede escrutar tu derrotero?. ¿Qué dices gofio? ¿que ya este texto es un repecho de tus cuestas? ¿me has vuelto tu herramienta para que me acusen a mi de débil mental, que viene a ser mentecato más o menos? ¿te responsabilizarás del desprestigio que procura lo que se dice aquí? ¿porqué no hablas directamente con ellos para que nadie adultere o equivoque tu saber y palabra? ¡oh! Gofio respetado.
Más que el oro, que cualquier material precioso, que el petróleo, que las ONG; yo no estoy de acuerdo, pero hay impíos, que incluyen en esta lista piedades como las evangelizaciones o apariciones de la virgen y lo de las ayudas al tercer mundo; que junto con lo anterior y mucho más grande que todos esos negocios juntos, es el de manipular el aprovisionamiento vital (comida) de siete mil millones de personas; aunque no coman mil millones, quedan seis que sí, y en eso está ahora mismamente el capital; que es donde tiene que estar. Nos hacen el país entero un espacio protegido para que no podamos cultivar y calarnos comidas basura sudamericanas, africanas, chinas y demás asiáticas. ¡¡Nunca equivocará sus compras porque pasaría a la ramplonería democrática de las izquierdas y las derechas y no son ultra posturas lo que ama; lo que adora es el ultra tener, porque ese es exactamente el ultra poder, para a su vez ultra tener y así ultra poder ..., hasta el infinito!!.
 La nota es que, en toda mi ascendencia familiar conocida, ha habido techo, lumbre y pan no mucho. No admiro al capital, ni me parece bien, ni lo apoyo. Me he limitado a hacer un comentario totalmente neutral de una de las verdades más grandes de este mundo, -el capital- no digo la más grande, por si acaso se me olvida alguna que se le pueda comparar.
 

Antonio Domínguez Herrera.

 

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