Desconexión entre generaciones

Por: Luis C. García Correa y Gómez

Tengo 82 años. Hoy en día las diferencias  entre generaciones son cada vez mayores.
Nunca ha habido tanta información y ésta ha circulado de manera  tan rápida. Paradójicamente, nunca ha habido tanta desconexión entre generaciones. Y esto me preocupa.
Los viejos podemos aportar algo a las siguientes generaciones.
Personalmente me siento más válido hoy que cuando era joven. Es la experiencia, no es otra cosa. “La vejez es la madre de las ciencias”.
Se dice que el diablo es más sabio por viejo que por diablo. Algo hay de razón.
Sigo y seguiré insistiendo en la necesidad de relacionarnos. De compartir nuestras inquietudes y conocimientos,  con el único propósito de ayudarnos.
Los viejos necesitamos a los jóvenes, son nuestra ilusión, el recreo de la familia, y el futuro de la nación. Y, además, les queremos mucho.
Los seres humanos somos sociables, lo que implica relación.
El aislamiento y la separación generan desilusión, pena y profunda tristeza. Y, lo que es aún peor, incomprensión.
Esto deben saberlo los jóvenes.
Si Dios quiere, también llegarán a ser mayores, viejos, ... como yo. Podrán estar en activo, como afortunadamente lo estoy yo, y al mismo tiempo preocupado por ustedes. Lo mismo les pasará a ustedes.
Quiera Dios que así sea. La incomunicación entre generaciones no es natural. Es perjudicial para la humanidad y para la propia felicidad generacional.
Siempre nos necesitaremos los unos a los otros.
Desconfío de quien desoye y rechaza la cooperación. Quien así actúa, me da la sensación de que no ama.
¿Acaso hay mayor satisfacción que querer, que amar al ser humano? Sólo lo supera el amor a Dios. Amor a Dios, amor a las personas, amor a la libertad, la participación.
He intentado construir mi vida sobre cuatro pilares: Dios, la familia, los amigos y la comunidad. En la medida que me he relacionado con ellos, en esa misma medida ha aumentado mi felicidad. No sé vivir, ni quiero vivir sin ellos: son parte integrante de mí ser, de mi actuar y de mi respirar, de mi vivir.
Les recomiendo a los jóvenes cimentar sus vidas en valores éticos o religiosos, para tener una vida llena y compartirla: fundamentos de la libertad y la felicidad.
Los jóvenes no deben olvidar, principalmente, dos cosas:
- “los humanos somos seres sociables”
- “y no hay libertad y felicidad sin la relación y la participación”
Reitero el profundo cariño que les tengo, admiración y esperanza en que podamos compartir conocimientos, alegrías, vivencias y experiencias.
Y podamos sentirnos realizados, felices y libres, por que estamos o hemos cumplido con el primer mandamiento: Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mimos.
Pocas veces he tenido tan pocas visitas al blog. Parece que el tema interesa poco. Me preocupa. Seguiremos intentando conectar con los jóvenes, lo creo absolutamente necesario e imprescindible para construir un mundo mejor: aunque ellos son los arquitectos, no podrán hacerlo si no nos tienen en cuenta.

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