La necesidad del amor

Por: Luis C. García Correa y Gómez

El amor no es una idea, es una experiencia.
Se puede pensar, filosofar, hablar, investigar....”acerca de”, “alrededor de”... la vivencia de amor. Pero sólo son referencias, aproximaciones a la experiencia de amar y ser amado.
Es sumamente importante amar ahora, amar ya, en este momento y no después. Intentar amar cada segundo de la vida. Sencillamente, porque es importante ser.
El dilema “ser o no ser”, “amar u odiar” es una constante del tiempo, como los latidos de nuestro pulso.
He empleado una palabra, “odiar” que puede sonar muy dura, hiriente. Bueno...., aparquémosla de momento....
Pero el dilema fuerte o suave, está siempre ahí: “abrirme al entorno o cerrarme en mi piel”, “abrir la mente, el corazón, las defensas, las barricadas físicas o sociales, etc., etc., o “cerrar mis puertas, mis ideas, mi yo.., mi...”
En la medida que amamos, en esa misma medida repartimos y recibimos la felicidad.
En la medida que hay más relación auténtica, en esa misma medida hay más amor.
Esa relación es, lógicamente, a la que estamos llamados los humanos desde lo más profundo de nuestro ser, porque amar es dar y recibir, desde la presencia, la existencia interpelante del otro
En el recibir es aceptar y reconocer al que lo da, a ese ser distinto de nosotros, e imprescindible para ser nosotros mismo.
AMOR ES RELACIÓN.
Es tan importante amar y ser amado, que su carencia es fuente de enfermedad y trastorno, individual, y social.
Y la presencia del Amor, por mínima que sea es fuente de regeneración, es noticia de que la más profunda aspiración de la humanidad está en camino, que el ser que quiere o es querido, mucho o poco, creo que, en esa medida es santo.
Así, cuando estamos en el límite del amor, cuando lo vamos reduciendo a la mínima expresión, comenzamos a buscar disculpas a todo, a justificarnos.
Cada momento y cada uno de los seres humanos somos sumamente importantes, porque somos como una gota de agua, que juntas hacemos un río.
Ese nuestro pequeño aporte de cada instante a la corriente de la humanidad endulza o agría su sabor. En las relaciones entre las personas no hay espacios incoloros, inodoros, ni insípidos. Porque cuando no construimos, destruimos; cuando no recogemos, desparramos.
No hay río sin gotas de agua. Cada gota de agua, sumadas hacen el río. A mayor número de gotas mayor el es caudal del río, mayor es el río.
El río de nuestra vida son las gotas de amor que cada segundo vamos creando, y si hemos amado mucho, mayor será nuestro río. Y ese río habrá regado mayor o menor zona, también de acuerdo al amor que hemos repartido.
Si hemos amado mucho habremos regado mucho, y muchos se habrán beneficiado, porque con el amor se llega a la felicidad terrenal, y seguro a la eterna.
Hay quien opina que el momento de la muerte es el momento al que se llega al puro amor, porque se verá a Dios.
Porque DIOS ES AMOR.
Tenemos que intentar conseguir, llegar a la plena confianza, y ese momento de la confianza, de la entrega total a Dios, eso es amor.
Jesucristo, en el momento de la muerte, dijo “PADRE, EN TUS MANOS ENCOMIENDO MI ESPÍRTIU”.
Jesucristo Dios se siente querido, amado por el Padre y sabe que su Padre Dios recibirá su Espíritu con todo amor.
En esta vida tenemos que intentar acrecentar el amor que vamos repartiendo y que vamos recibiendo, y al río que pertenecemos riegue una zona importante de nuestra vida y de la de los que nos rodean, porque estamos dando y recibiendo el cariño, el amor que  es lo que hace que demos y recibamos la felicidad.
No hay felicidad sin amor, y no hay amor sin felicidad. Repartamos amor y recibamos amor, y se nos dará felicidad, porque felicidad es amor y amor es felicidad.

Comentarios

Entradas populares