Desmitificarlo todo

Por: Antonio Domínguez
Adagios, dichos, refranes, aforismos y grandes conocimientos de grandes conocedores, no pasan de ser el resultado exacto de una ecuación, o de “la superposición de notas musicales ajuntadas por la moda o incluso por el talento”, en cuanto a lo que de “armónicos” tengan. Cualquier creación literaria del tipo que sea es una intentona “baldía” en tanto que se presenta desnuda, sola, sin venir acompañada de las mil y una explicaciones, por mera imposibilidad, de los factores de disociación, de asociación, de parentesco, del sin fin de puntos de contacto, de donde vino, porqué se produjo. Cualquier idea o situación aún por muy simple, se puede contemplar desde muy distintos puntos de vista, de los que a su vez, derivan bastantes planteamientos, que a su vez, llevan a variopintas preguntas. Tan solo un punto de vista, dado, con su planteamiento, dado, con sus preguntas, dadas; cuando nos adentramos en el análisis solo el punto de vista prevalece estático, pero no necesariamente el planteamiento y mucho menos las preguntas; la respuesta a una pregunta lleva a otra pregunta y así se cambia el planteamiento, una y otra vez, con la chorrera de preguntas que se derivan de cada cambio. Son tantas las derivas que puede tomar el conocimiento escrito; a partir de cualquier renglón escrito; que no podemos menos que calificar de bandazos cualquier escrito. La escritura más seria, más concisa, concreta y escueta; es tanto más charrada porque le pasa lo que a la música, que es rectilínea y no se desvía al recoveco particular que es el individuo; por imposible satisfacer las distintas percepciones y gustos.

Vamos a calar una visión de la música para que se vea el ejemplo. Se sabe que hay muchas personas desafinadas, pero en el conjunto de las personas la música vive en ellas; son personas musicadas (afinadas) con su guitarra, piano o cualquier instrumento viviendo en su interior. ¿Qué es lo que pasa con esto? Pasa que en la gran mayoría, cualquier composición, cualquier música del tipo que sea, no puede ser satisfactoria al total, puesto que no es de él; no es su música. Cuando una persona, “afinada”, oye una melodía cualquiera; al llevar su propia modulación impresa en su sí mismo; cuando oye interpretada determinada partitura empieza a tener tics nerviosos en la cara y a sufrir, porque escucha una superposición de notas que van bien, acordes con su concepción de la música, pero a lo peor, de sopetón, toma la melodía por derivaciones que no son conformes a sus conceptos musicales y sufre. De lo que se debe colegir que las personas que escuchan una composición desde el principio hasta el fin y no desechan ni una sola nota y le gustan todas y cada una, las cuales contempla puestas en exactitud, el espíritu crítico de esa persona queda compungido, engullido en la actitud de comer parejo del melómano; que nunca es analítico según he podido observar.

No sé si el paralelismo de la música ha sido muy adecuado al asunto de la escritura, que es de lo que quiero decir. Ninguna escritura por grande, sabia, puede abarcar todo lo que da de sí un solo punto de vista. Un solo punto de vista, deriva a ser, una gran mancha, que se extiende en todas direcciones. Lamentablemente la mente humana está solo preparada desde su conocimiento, para hacer abstracciones “muy a su modo” y de ahí las incorrecciones e inconcreciones, aun en los mayores acopios.

Como enseñanza, me atrevo a decir, que la escritura igual que la música y todo sentimiento y conocimiento que se den en una persona; llega al último recoveco de los individuos afines, pero ni se molesten en tratar sortear umbrales con triple puerta-búnker los que a enseñar se dediquen a sus no afines.

¿Y cuando (ya totalmente de lleno yo en la desmitificación) trata el individuo de cotejar todos los puntos de vista con sus planteamientos y preguntas en lo concreto? Esto ya no son vulgaridades charras, son kantianadas, o la locura, es lo mismo. Mucho más allá de toda cantinflada.

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