La Amistad

Por: Luis C. garcía Correa y Gómez
A la amistad deberíamos dedicarle una parte importante de nuestra vida.

La amistad es compartir la buena voluntad con cariño.

“Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos”

El amigo es con quien nos comunicamos, con la mayor naturalidad, penas y alegrías; en quien confiamos plenamente, y de quien recibimos cariño, comprensión y lealtad.

La amistad es sinceridad, confianza, consuelo, ayudar con el ejemplo, animar.

El amigo nunca traiciona, sólo ayuda.

Jesucristo añadió: “amaos los unos a los otros como Yo os he amado”.

La amistad verdadera es desinteresada, no busca el provecho propio, sino el del amigo. Exige renuncia; no tiene dos caras; consiste en dar más que en recibir; piensa en el amigo con generosidad, con personal sacrificio.

La amistad necesita, lógicamente, que haya correspondencia. Que el cariño y la benevolencia sean mutuos.

La amistad con el tiempo se acrecienta, haciéndose más fuerte y más profunda.

No existe la envidia, ni el odio, ni el rencor, no hay sospechas etc. Se crece con las dificultades.

San Agustín llama al amigo: “la mitad de su alma”.

Es ocasión del desarrollo de virtudes. Es un bien humano de valor incalculable. Hay quien llega al heroísmo. Tanto el amigo, como el amigo del amigo.

La amistad es un camino para acercarse a Padre Dios, y alcanzar el cielo.

Allana el terreno de las dificultades, ha sido y es un medio natural para comunicar sentimientos, en especial de quienes están cerca de nosotros.

Al amigo se le da lo mejor que uno tiene.

La caridad debe ser el denominador común. Y el medio para acercar y acercarse a Padre Dios -que es lo más esencial de nuestra vida-, y que quiere que tengamos muchos amigos. Es infinito su amor por todas las mujeres y hombres, y nuestra amistad es un instrumento para llegar a Él y a nuestros amigos.

La amistad, todo lo puede, con la caridad y la ayuda de la gracia.

¿Somos ejemplo para las personas que nos rodean, demostrando que somos amigos de nuestros amigos?

La amistad es de un valor incalculable, sin ella se camina por el sendero angosto de la soledad, con ella se hace el bien y se recibe el bien. Es la forma de preocuparnos por el alma de nuestro amigo.

Quien tiene un amigo, tiene un tesoro que le ayudará aquí y en la eternidad, para hacer el bien ahora y siempre.

Dichoso el amigo, dichoso el que lo tiene, y dichoso el que lo es, porque pasaremos por sus vidas y nuestras vidas haciendo el bien, para poder ser felices y libres.



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