Una de Sálvame diario (Acordándome de todos los públicos)
Por: Antonio Domínguez |
Cuando me percaté de que me había enamorado de María
instantáneamente (que así suceden los amores en la temprana juventud: de
sopetón) y en ese mismo instante quise dirigir mis pasos hacia tan hermosa
mujer ¡oh! Fatalidad; cuando di el primero que es acercarse al espejo a
comprobar el acicalamiento, me di cuenta de lo que siempre había ignorado: el
desgaste de mis dos únicas camisas por restriegues de tantos lavados... ¡y
cuando miré los pantalones! Ya se me vino abajo toda osadía y atrevimiento y
hasta vi mi cara un montón de veces más fea que de costumbre.
Desanimado y con el asunto
aparentemente abandonado empecé a urdir un plan. Faltaban dos meses para la
fiesta de San Lorenzo a la que toda la gente de Tamaraceite asistía; ¡pero
cuidado! con ropas de estreno. En el matriarcado que era mi casa, yo puse mucho
empeño y finura en regalar de mimos verbales a mi madre (era la que manejaba
las finanzas mientras los hijos eran solteros) para que me comprara camisa,
pantalón y zapatos nuevos, a la finalidad secreta por mi parte (y vestido así)
solicitar de amor a María en la feria de San Lorenzo.
Llegó el día de San Lorenzo. Iba
muy contento porque conocía de Cervantes aquello de: “como el amor y la gala andan
un mismo camino, en todo tiempo a tus ojos quise mostrarme pulido y me ponía en
los lunes lo que me honraba en domingo”; eso se cumplía: confiaba en mi gala.
No se cumplía lo que seguía: “bien es verdad que tal vez Olalla me has dado
indicio, que tienes de bronce el alma y el blanco pecho de risco” porque María
para mí nunca tubo la más mínima actitud altiva; y menos, esquiva; tanto una
cosa como la otra me daban mucho ánimo, y el suficiente calor, para abrigar y
no dejar pasar, al menos mucho frío, a las incógnitas esperanzas. Y volvió a
hacerse presente lo que siempre se hace patente: el factor tiempo (fue
demasiado tarde). Cuando el vigor de mi juventud se desplazaba San Lorenzo
adelante buscando a mi María, para que la regulara y le llevara a su natural
ralentí, ya estaba allí, y la encontré con boca de oreja a oreja, acompañada de
un gallardo marinero de blanquísimo uniforme, y aún hoy no se el porqué, pero
cuando se metía un uniforme de marinero (sobre todo un uniforme de marinero, no
se si inducidas por la canción de Conchita Piquer) de por medio, ya no había
nada que hacer y así lo comprendí.
Con este divertimento-pasa rato,
de lo que pudo ser un suceso de amor, que nunca se materializó, se pretende
homónimo (por sacarle provecho) al comportamiento de los grandes hombres y su
aptitud en la concepción de libros. He calado a mi María porque necesitaba la
gozada personal de gritar su nombre. Necesitaba conseguir a cualquier precio
airearle cual Zaratustra en el mercado. Aun pagando en este caso la carestía
del desbarajuste.
Ahora triste, dejando a María,
que así es como la dejo siempre, me refiero ya por completo a los hombres de mi
respeto, y que desde donde sus distintas funciones simples parten de cero a
crear conocimiento; el conocimiento creará “su” memoria, que cuando se expresa,
declarará “su” voluntad resguardada siempre hasta su salida al exterior. Y es
la señal infalible que la diferencia de la intención, que necesariamente tendrá
que seguir siendo interior hasta su salida. Esta intención interior parada en
intencionalidad no manifiesta, es potencial voluntad reprimida y ¿por qué no?
Se le puede llamar también a la intención voluntad: tarde o temprano saldrá la
intención íntegra, evolucionada, vía voluntad porque es potencialmente a priori
voluntad... Y bla, bla, bla... Etc.
No solo se fastidian, se pierden
y se vaporizan amores por dejarlos para después; sino que se pierden por lo
mismo intelectualidades; muertas junto con “su muñidor” que se las lleva a la
tumba, por pasarse la vida esperando a la síntesis perfecta y temiendo
avanzarse en teoría no exacta.
¡Esta es la moraleja!: lo que
importa mucho debe ser afrontado ¡ya!. A cinco minutos en adelante, puede ser
más tarde que nunca; o tan tarde como ¡¡SIEMPRE!! Sin nada conseguir.
Comentarios
¡Saludos!
Como bien sabes, tengo mucha confianza contigo, y te lo he dicho mil veces: yo no escribo para primero de BUP; lo hago para gente que sepa leer. Eso que he hecho, propio de Jorge Javier Vázquez ha sido para poder llevar a lavar el corsé que le tengo puesto a la pagina. Ya pronto se secará y se lo volveré a poner.
Lo que entienden todos es crónica social (chivatazos)
Lo que entienden cuatro es por lo que deberían esforzarse todos entender. Si quieren poder decir ¡sé leer!.
Antonio Domínguez.
Todos buscamos en una mujer la sustituta de nuestra idealización (y eso lo sabe el cerebro): no la conseguiremos siempre. El hombre enamorado busca en la mujer las cualidades que siempre ha “poetizado”, a partir de ahí la quiere con belleza física; pero, ¡importante! En ese momento no busca lo mejor para él; busca lo mejor para el hijo que ha de nacer; en obediencia ignorante al genio de la especie. El amor de los sexos, auténticamente, llega mas tarde, y desde ahí, desde esa llegada, ya pronto, se rompe. TO-DOS los matrimonios a los pocos o muchos años duermen en camas distintas, porque “el sagrado sacramento” ayuda al efecto como la autentica charrada que es. Es entonces cuando TO-DOS los hombres nos acordamos de nuestra respectiva María; maravillosa mujer que desapareció por las brumas de la vida. ¡¡¡y gracias a Dios!!! Porque a saber si “el ayuntamiento” con ella había durado aun veinte años menos.
Antonio Domínguez.