La incondicionalidad

Por Luis C. García Correa
Decía mi amiga y gran artista-conservacionista Mary Ann Kunkel, que el comportamiento debería ser incondicional, referido a que yo decía que la honesta ayuda debía ser sin pedir nada a cambio.
Estoy de acuerdo, también incondicional.
Incondicional debería ser nuestro comportamiento en todo lo que podemos hacer por los demás. La incondicionalidad debería ser una forma de convivencia. Entregamos y recibimos todo aquello que necesitamos sin más compensación que las gracias y la dicha de haberlo realizado.
La incondicionalidad no significa la idiotez, el abuso. Debe significar la participación honesta en la búsqueda y práctica del bien ajeno.
“Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos”. Eso es incondicionalidad. Y esto lo podemos y debemos practicar la humanidad entera, sea creyente o no.
¿Qué valores debemos tener para actuar de forma incondicional con mi prójimo?
Como inicio: ser sumamente educado en valores éticos o religiosos.
Creer en la humanidad. Somos los seres más importantes de la Creación o de los que vivimos sobre este Planeta, según opinión religiosa o laica.
Todo está al servicio del ser humano. Tanto de la vida personal, familiar, social, política o comunitaria.
Si este principio se practicase; no habría problemas, sólo situaciones más o menos complicadas.
El egoísmo, la mala educación, pasotismo, individualismo, materialismo etc. etc. son los enemigos acérrimos de la incondicionalidad.
Se comienza a ser incondicional desde que se tiene uso de razón, por la educación recibida de los padres. Nunca es improvisada, es creada y a conciencia.
¿Vale la pena educar en la incondicionalidad? ¿Vale la pena vivirla?
Incondicionalidad y santidad van en paralelo. Nacen y se desarrollan de la misma manera.
¿Hay mayor grado de satisfacción y alegría que vivir la santidad? Se sea creyente o no.
La incondicionalidad es un fundamento importante de la felicidad y de la libertad. Y para ello solo se necesita la honesta participación en todos los actos de nuestra vida.
¿ A qué esperamos?

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