¡En el ocaso, en el atardecer de mi vida!

Por Luis C. García Correa
En el atardecer de mi vida recuerdo hechos y dichos que la han marcado.
La vida es única e irrepetible, lo sé, y hay veces que parece que me he olvidado.
Debemos tratar de no olvidar que solo se vive una vez (no creo en la reencarnación) y que lo que hagamos ahí queda marcado eternamente.
¿Cómo pedir perdón?  Pedirlo es fácil, lo difícil e ideal es no hacer mal para no tener que pedir perdón.
Camino ya lento, pero seguro, y a una cierta velocidad hacia mi final terrenal, y algunas son vivencias que me arrepiento haber vivido por mi causa, y que ya solo me queda el arrepentimiento,  porque lo pasado pasado está, ya no volverá jamás.
¿Cómo hacerles ver lo importante que es meditar antes de hacer, para no tener que arrepentirse de decir o hacer lo que no debimos haber dicho o hecho?
La conciencia es el mayor indicador, señalizador y catalizador del comportamiento de los hechos y de los dichos.
¿Cómo puedo ayudar para explicar que, por favor, antes de decir en acalorados o apasionados momentos no hablar o actuar sin antes pensar lo que vamos a decir o hacer?
Esta es una de mis grandes y vitales experiencias que quiero y necesito transmitirles con el deseo de que piensen antes de decir o hacer en momentos de ofuscación o pasión.
Amo apasionadamente a la humanidad, y por ese amor he necesitado que mi vida sea para dar todo mi ser, estar y hacer por ayudar, pero hay veces que he fallado. Es lo que quiero transmitir, para tratar de corregirlo y no volverlo a hacer.
Fallemos lo menos que podamos, y cuando lo hagamos pidamos perdón sin dejar que el tiempo pase y se pierda la oportunidad de reconciliarse y pedir perdón.
En el atardecer de mi vida, quisiera dejar un sencillo pero importante legado: amarnos apasionadamente, pedir perdón con prontitud y perdonarnos, y que la felicidad en la libertad sea lo normal porque la compartimos con prodigalidad.
La vida es muy corta para desperdiciarla en necedades.
Aprovechemos la vida para amarnos apasionadamente y ayudarnos para que la felicidad en la libertad sea para todos y cada uno de nosotros lo normal.
Les quiero, y en el atardecer de mi vida quisiera decirles que ustedes son formidables y que me han permitido que mi vida la haya tratado de llenar en ayudar, y que he recibido más de lo que he dado.
Gracias y, como creyente, que Padre Dios les bendiga, y les pido me permitan bendecirles.
La vida es única e irrepetible, y lo que hagamos lo hagamos de manera que no tengamos que arrepentirnos sino sentirnos alegres y gozosos de lo que hemos  hecho, de lo que hemos dado y de lo que hemos compartido por lo que hicimos.
En el ocaso, en el atardecer de la vida, quisiera expresar lo feliz que soy y que he sido dando, participando y tratando con honestidad de ayudar y que he recibido más de lo que he dado.

Comentarios

Entradas populares