Consecuencias de gofios amasados con ron 2

Por Antonio Domínguez

Inteligencia científica”: “es la del investigador –DICE LA CIENCIA- que en su laboratorio hace progresar la ciencia paso a paso. El rigor del método es decisivo. Se suelen volver poco prácticos para el día a día”. Aquí hay una ambigüedad y un eufemismo visto desde el conocimiento que absolutamente todo lo es. Ambiguo porque descubrimiento implica: de sopetón, aunque también se alcanza paso a paso. Y el eufemismo es “poco práctico en el día a día” para ocultar a toda velocidad que un auténtico investigador a alto nivel es analfabeto profundo de cuanto le rodea que no sea su línea de investigación y lo que le atañe. Puede llegar a tal su no “empatía” con la “realidad” que será rayana sin remedio en los términos de la “subnormalidad”; y todo lo que aquí se encierra, así como todo en absoluto, ¡parece mentira!, tiene que ser conocimiento, aun contra viento y marea.
Inteligencia emocional”: “capacidad (se vuelve a despreciar el término correcto: conocimiento) para mezclar corazón y cabeza, sentimientos y razones, ser clásico y romántico a la vez”. Con este seis en uno hace la ciencia un cuscús (potaje) inmedible, inapreciable, insostenible, insuperable en el terreno del conocimiento, ¡con que ingenuidad se hace un amasijo de conceptos primordiales! endiñándole al conocimiento (que no nombran) cosas que casi todas ellas pertenecen al cerebro post-reptil que es donde está el mundo de lo intuitivo, lo subconsciente, “los generadores que dan luz en esa casa que es el cerebro, a cada una de las habitaciones y estancias. Gracias a esta tremenda complejidad podemos al punto ser complejos; de pararnos los de arriba y los de abajo cada uno en su disparate; porque del cerebro no se sabe nada. El saber en esa materia es de 1´5 % respecto al todo, y eso, es nada.
Nos queda por refutar la “inteligencia instrumental que tiene cuatro vertientes: orden, constancia, voluntad y motivación”. Aquí cae la ciencia de la silla donde está subida dando el coñazo a grito pelado porque esos cuatro elementos le son imprescindibles a esta y a todas las inteligencias anteriores que hemos “estudiado” si es que fueran posibles las clases en la inteligencia. Nosotros las negamos rotundamente. Estamos por tipos de personas diferenciadas por su preferencia de almacenamiento de conocimientos que son de su agrado. O quizás provenientes de su cunita de grana y oro. Esto es, que los conocimientos, vivencias, experiencias que no son de su agrado les manda a ser fagocitadas en subconciencia y he ahí como se construye una personalidad. Es más lo que nos queda: “la inteligencia para la vida”, etc. Lo dejamos aquí. Para nosotros mismos ¡¡esto ya va siendo una “enconduerma” cristiano!!.
Hasta la semana que entra con una entrega más.

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