Camino de Teror

Por: Jesús Vega Mesa


       Un matrimonio de Lanzarote estuvo hace unos meses en Teror. Desde Tamaraceite  caminaron hasta  allí  con su hija a pagar una promesa a la Virgen. Y cuando regresaron a su Isla contaron a sus amigos que les había impresionado el camino porque, según decían, en todo momento se sintieron acogidos y bien tratados. Y porque hacer esta peregrinación les ayudó a crecer en solidaridad y en fe.

     En estas vísperas del día del Pino, la carretera que lleva a Teror se llena de caminantes a cualquier hora del día y de la noche. Peregrinos de todas las edades, creyentes o no, saben que hacer el camino a Teror se convierte en expresión de amor a la Virgen o de amor a nuestra tierra o las dos cosas. Desde hace  siglos cualquier vereda conectada a  Teror sirve de  vínculo entre todos los habitantes de Gran Canaria. Creyentes y no creyentes pisan  los mismos senderos. Creyentes y no creyentes llamados a respetarse  de la misma forma y a respetar la naturaleza.  Unos y otros, al llegar a los alrededores del santuario se sienten  parte de este pueblo que ha sabido mantener a través de los siglos tradición, espiritualidad y sentimientos.    No hay nada que borrar, nada que tachar. Cada uno libremente vive su propio momento. Lo importante son las personas. Y por respeto a ellas hay que cuidar los senderos, mantenerlos limpios y facilitar que la subida al Pino sirva de encuentro con la cultura y con la fe. Ojalá algún día el Cabildo se decida  a reservar un espacio de la carretera para uso exclusivo de los caminantes y evite así el peligro que ahora suponen algunos tramos.  Por respeto a nuestro pueblo hay que facilitar el encuentro religioso en el santuario y el encuentro cordial y alegre  en caminos,  calles y plazas.

      El Pino no es una fiesta más. Para los cristianos es un momento importante  para expresar su admiración y cariño y confianza por María de Nazaret la mejor seguidora de Jesús.  Para los no creyentes es la ocasión de entrar en diálogo con la historia y la cultura de un pueblo que ha dejado aquí sus huellas. Es admirable, por ejemplo,  el gesto solidario de la comunidad hindú en Gran Canaria que  cada año, sin ser católicos, repiten su visita a la Virgen del Pino y  la acompañan con una generosa ayuda  para las familias necesitadas.

     Quienes peregrinan hasta Teror saben que a lo largo del camino y en el mismo pueblo van a encontrarse con la hospitalidad de los vecinos que le ofrecen agua, descanso o una palabra de aliento y de ánimo. Saliendo de Tamaraceite a la altura del Toscón, vecinos como Carmelina, Loly la de Remigio o Santiago echarán una mano a quien lo necesite para que el camino sea más llevadero. Y son detalles como esos  los  que mantienen vivo el espíritu de la peregrinación.

     Es cierto que hay muchos que convierten las fiestas y los caminos en algo totalmente ajeno a su sentido original. No así la mayoría de los caminantes. Un buen ejemplo es la peregrinación numerosísima que cada año acude a la Virgen del Pino en Playa de Arinaga. Sin quitar protagonismo a Teror, el próximo sábado como cada año, a las 8,30 de la mañana en punto, partirán desde los alrededores de la iglesia de Cruce de Arinaga unas quinientas personas y quienes quieran añadirse para caminar hasta Playa de Arinaga, contemplar la imagen de la Virgen y celebrar la Misa del Peregrino.  En el himno que allí se canta, se funden los versos de uno y otro lugar:

Tú eres la esperanza del pueblo canario

firme sobre el árbol de eterno verdor

eres tú la que vio de un santuario

de dragos y pinos nacer a Teror. (…)

Cuando peregrinos caminando llegan

hasta Arinaga con todo fervor

el amor y la dicha les entregan

tu rostro de Madre, tus ojos de amor

En las fiestas del Pino todo puede mezclarse: religiosidad y cultura. Plegarias y canciones. Alegría y respeto. Carreteras y senderos. Presente y pasado. Teror y Arinaga.   Es la fiesta de Gran Canaria, la Isla de la hospitalidad.

 


Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Como bien dices la peregrinación es muy positiva el creyente se regocija en un acto alegre y de veneración y el menos creyente en su fuero interno sabe y siente que en parte es un homenaje a la patrona. El camino de Teror es para los canarios símbolo de identidad y de hermandad.
Pedro Dominguez Herrera

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