Cómo es mi Dios.

Por: Luis C. García Correa

Hoy me van a permitir que hable, y personalice, a quien dedico mi vida, y a quien espero contemplar en la eternidad: mi Dios, mi Padre Dios.
Todos, sin excepción, caminamos hacia un juicio, terrenal o eterno. Yo creo en los dos.
Busco, constantemente, los signos que me señalan la presencia de Padre Dios, en especial en la Comunión.
Ahora es el tiempo para merecer, se sea creyente o no.
La caridad, la bondad ennoblecen al ser humano, sólo necesita ser compartida.
A diario intento descubrir el sentido profundo del tiempo, y me sirva para buscar soluciones a mis faltas: faltas de gratitud, de perdón, de justicia …
A la vez intento que otros me acompañen en el maravilloso camino de la vida, e interpretemos juntos las huellas que dejaron los pasos del Señor en esta tierra, ya sean en la familia, en el trabajo, en la comunidad etc.
Creo que lo que muchos combaten no es al verdadero Padre Dios, sino a la falsa idea que ellos se han hecho de Dios. Piensan que es un Dios que protege a los ricos perversos, que sólo pide y apremia, que siente envidia de muestro progreso, que nos envía males, que está pendiente de nuestras faltas para condenarnos (…).
Mi Dios no es así. Mi Dios es justo y bueno a la vez.
Padre de todos nosotros, que nos quiere, desarrollados, grandes, libres, creadores de nuestro propio destino.
Es tan poco rival del hombre, que ha querido hacerse nuestro amigo, llamándonos a participar de rasgos de su misma naturaleza divina y de su misma eterna felicidad.
Somos hermanos de Jesucristo, que es el Hijo de Dios.
Se contenta con poco. Si no fuera así, mal lo iba yo a pasar.
Se hace conocer y amar cada vez más. Esa es una de las ventajas de la vejez: que cada vez le amamos más.
Creo que hay una gran mayoría, que su error consiste en que le miran desde un punto de vista equivocado.
Ellos puede que no le crean, pero Él si cree en ellos. Jamás se desanima.
Dios no quiere que existan calamidades. No sería Dios, sería otra cosa, no puede tener mal alguno.
Nos debemos preguntar ¿Qué hago por eliminar la contaminación?
¿Qué hago por ayudar a mi prójimo? ¿A mi familia, a mis amigos a mis vecinos? Si por ellos no haga nada ¿Qué voy hacer por los que no conozco, y que tanto necesitan mi ayuda?
¿Contribuyo directamente a la contaminación, a la especulación, a la degradación del medio...?¿Qué tiene que ver Padre Dios con estas maleficencias? Él nos ha dado la sagrada libertad, y nos la mantiene y se atiene a ella. El mal lo hago yo, no Dios. Contribuyo a las catástrofes por la contaminación. Los accidentes los provoco yo, porque el mal lo hacemos los hombres cuando usamos la libertad que nos dio para hacer el mal, y Dios respeta esa libertad.
¿Quién fabrica las armas? ¿Y quienes las utilizamos? ¿Y quienes declaran o sostienen las guerras?
Mi Dios es Padre y la plena bondad, sin mal alguno. Y ese es el Dios que les recomiendo. A mí me ayuda poderosamente. Les ofrezco lo mejor que tengo.
Gracias por haberme leído esta creencia y vivencia mía. Les quiero y les deseo la plena libertad y la plena felicidad, y creo con El se consiguen.
Prueben. Si no tiene resultado es porque me he olvidado de decirles que hay que insistir en la petición. No es que se haya equivocado porque Jesucristo dijo: “Pedid y recibiréis”. Yo lo creo ciegamente, lo he vivido, y he tenido resultados.
Reitero que les ofrezco lo mejor que he tenido, que tengo y espero tener eternamente.
Les quiero mucho y, lógicamente, lo que les deseo y ofrezco es el bien en la libertad, para la plena felicidad.
 

Comentarios

Entradas populares