Perdonen, no es por nada... (III)


... ¿Me habré ido mucho por los cerros, con toda esta retahíla, de las eternas preguntas de orden indeterminado? Creo que no, puesto que en lo que quiero redundar me obliga a cuidar de que se extraiga de un contexto lo más amplio posible, atenuador siempre del comentario atrevido. Sin embargo creo estar pasando los límites de un simple comentario; por ello, cierro en falso (cuando termine la escritura de esta última entrega) el fenómeno eterno, de legiones de artificiales quiméricos genios, que se venden unos a otros y a su vez, las editoriales venden todo lo que la gente les compre de los seudo genios que editan, sencillamente porque genio al igual que verdad no hay para mucho imprimir.

Debemos, con respecto a estos sujetos escritorzuelos, mantenerlos al margen, cuidar mucho “nuestra nave” y en caso de peligro atarnos fuertemente con ligaduras al mástil, o en su defecto correr a la velocidad que podamos al timón, a enderezar el rumbo perdido, mirando la brújula continuamente, evitando pasar por rutas de dragones y sirenas que estos individuos nos marcan. Debemos hacerlo con toda la fuerza de nuestro ímpetu para eludir -esas- “engullidoras corrientes”.

Ahora, con abandono expreso de la simulación metafórica, me pido y me deseo a mí mismo no leer nunca a estos “ edulcorados sarán tontones“ de porquería, tener la luz y claridad suficiente como para abrazarme a los Clásicos con fuerza, dándoles un simbólico, divino beso de amor.

Los Clásicos en sus textos, en perfecto, muy musical ritmo, se enseñorean del espacio, como a mí me gusta, produciendo una serie de sensaciones y raras sorpresas que mantienen la atención desde el principio al final de la lectura; embarcando en fantástica nave al que les lee, conseguidos, proseguidos y poseídos desde el principio en adelante, no con increscendos sino con bemoles, hacia los principios remansados, serenos, precisos, que arrancan la mente transportada a la contemplación final del sereno paisaje.

Son cercanos, son comunicativos, despojados de ropajes convencionalistas y al desnudo desde el principio de sus páginas, que empapan del rigor casi extremo de la sabiduría, plantean grandes incógnitas, legan innegable virtuosismo, intuyo que total en algunos casos, en otros no lo sé, sabiendo fehacientemente, en ejercicio de interiorización sublime, que a algunos de los demás hombres de los pocos que les leen, sólo se gana su atención con bellos pórticos y preámbulos y así lo hacen. Muestran cosas que a todos en general debieran servirnos; desgraciadamente y por las muy complejas evidencias que he intentado analizar en otra parte solo a unos pocos interesan.

Estos seres elegidos (no se sabe porqué azar) saben ellos que la continuidad o unión de unos capítulos que se encuentran en el interior o construcción de una obra monopieza bien construida, carecen de importancia. Es indistinto que cualquier cosa esté en el lugar que quiera. Lo mismo le da que esté en el ala norte que en el ala sur; cuando es bella la construcción por todos lados, goza la contemplativa imaginación,- míresela por dónde se la mire-: logra el autor, con mucha pulcritud y trabajo, poderse pasear en su interior con orgullo.

La narrativa nunca se les queda corta, como corta es normal se le quede a los anteriores toletes mencionados. Dejando a los que le siguen satisfechos y convencidos de que allí no queda nada que decir. Logran y consiguen lo que logran y consiguen sólo los grandes de la extinguida estirpe; mantienen la atención con una exposición atinada, encantadora y profunda por sentida. Reposada, por ende predigerida para darla regurgitada a quien la lea, ayudando a recorrer con mucha más facilidad la …larga distancia…

Llenan la narrativa de color y sobrecoge el rotundo ejemplo de verdadera literatura, regalando horas buenas, merecedoras de vivo agradecimiento, al que disfruta estos momentos gratos. Considero a estos seres benefactores aún sin proponérselo.

Es una lástima para mí no haber aprendido filología Nietzscheana (del más grande educador) para con ella poder llegar a un mejor y menos chapucero análisis. Pero creo ser capaz (qué atrevimiento) de ver con que arte o desastre se abandona la sintaxis en beneficio de la exposición. Aunque me sea imposible el análisis gramatical con un poquito de altura. ¡Que gran paradoja!. ¿Por qué expongo públicamente mis flojeras y debilidades? Por dos razones; la primera es por respeto al que me lee engañarle lo menos posible y la segunda es porque sé que cualquier licenciado solo conoce si acaso un diez por ciento de todo el rollo teórico y lo demás es práctica de empresa. Yo no me apuro, porque me sirvo de la ayuda que me ha concedido leer hasta la suficiencia cosas muy escogidas y yendo entrando paulatino, en orden de la lectura cada vez más dificultosa, poco a poco, durante toda la vida (claro no se pueden coger en las manos periódicos, ni el marca que aquí se escribe con minúsculas, ni best sellers, ni encomiendas de auto ayuda). Es por lo que le puedo hacer frente a bastantes contratiempos; como es el caso en esta opinión que tengo ¡ahora! entre manos, que como es lógico quiero humanamente con elegancia calar.

Siendo yo el propio anacoluto que se mueve libre en un desierto grande, donde se tiene que intuir el camino que luego es elegido por los sentidos todos en esfuerzo conjunto, para señalizar con pisadas el sendero que casi inmediatamente el simún borra. Para volver a redescubrirlo con mucha dificultad, buscándolo una y otra vez presa del hambre y sed... Que el ahínco (sólo la gran voluntad) me hace soportar estoico, viendo en la lejanía el brillo fúlgido de un rayo de luz que creo procedente del oasis donde “Raquel” saciará mis imperiosas necesidades con dátiles, agua, leche y miel.

Este es el subsistir, que no el vivir, del no instruido que cuando le dicen cruel y despectivamente: “zapatero a tus zapatos”, comprueba, por la experiencia negativa de una vida llena de rechazos y privaciones intelectuales (que son las que importan), que el instruido que a esto le invita no sería capaz de ser ni zapatero, y menos zapatero instruido: se tiene que fastidiar con su saber. Más circunscrito y con mayores orejeras cuanto más grande sea ese saber: muy lejos sus pies del ras del mundo “por elevación”.

Complacido con el morbo que esto conlleva, el no instruido se enaltece soberbiamente y disfruta en estúpido acto individual lo que emana de lo colectivo, por el montante infinito de causa efecto, como se apunta en otro lugar de estos ¿pensamientos?... por vicio compartido, mudable, cierto y sin remedio.

Un triste y no instruido pastorcillo decía: tengo, tengo, tengo, tú no tienes nada, tengo tres ovejas en una cabaña, una me da leche, otra me da lana y otra mantequilla para la semana. Esas eran todas sus inquietudes intelectuales. Aquí vemos otro de los abusadores engaños de la naturaleza. No hace sentir a nadie los horrores de su propia torpeza, siendo esto lo que a ella le interesa para sus fines manipuladores. Congratula a los individuos consigo mismo para que cada uno de ellos mantenga su ego bien elevado, haciendo creer ser alguien a alguien que no es nada e incluso hipotecando a pobres diablos, en obligadas veneraciones, para que den emocionadas gracias por los bellos dones recibidos y el “gran talento que les ha sido dado”. Porque siempre los que no lo tienen dicen que no lo tienen por modestia, creyendo tenerlo, pero que sin embargo nunca lo tendrán.

Vea en este embrollo por mi parte la intención de pasar y hacer pasar un rato, no escondiendo todos los planos feos de mi persona. Los otros humanos, no son iguales que yo la mayoría; que en faena de todo uso y costumbre se ocultan tras el pequeño telón de acero que todos tenemos, para solo ocuparse del otro, porque él es perfecto. ¡Yo prefiero ocuparme de personas que han puesto en la historia a altura que no les pertenece o, y esta es otra forma, confesar de mi en primera persona asuntos que si no son para sancocharse de vergüenza, si son para dar la de arena, a hacer digerible lo que se cuenta que es la de cal! ... Inspirado y socorrido en aquello de: “yo confieso ante vosotros hermanos ...” Y si hago el pato no será la primera vez. Y todo sea por el amor del Dios responsable de los oficios, “saberes y mañas de que me dotó”. ¡Yo por mi mismo, ni puedo más, ni puedo menos! Materializándome y parafraseando a Punset: “todo es cuestión de cerebro”; no se puede ir mas allá de donde este llega.

Las bellezas todas molidas y estropeadas por la máquina “de ablandar” que cuando no la es el motor de esa máquina, la moda, le suplen “y hacen el trabajo” las aficiones universalizadas y horribles para la cerebralidad en general, que tan embotada a la humanidad tiene; o si no las religiones que dirían los humanistas. Con los supuestos anteriores inmediatos no hay que desordenarse mucho el pelo para demostrar que con ellos entran mejor las personas en comprensiones ajenas; que si se les fuera a forzar a pasar a ajena entraña mostrándole el señuelo de una inmaculada belleza, de imaginada reinota soberana, de tersa y nívea piel,- hablamos de cosas de este mundo-; de monolítica “gigante” presencia turbadora y desasosegante; de cegadora explosiva luz (es una definición de la mentira que siempre se presenta hechicera y seductora). El resumen de todo esto es que hay que trabajar; cuestionar el abandono del campo; sacarle hasta la médula a la escuela (estudiar) y respetar y escuchar mucho a todo aquel que tenga una semana más de vida que nosotros. Lo demás son cuentos japoneses. La inmensa mayoría de lo bueno, bello, verdadero del mundo, es todo mentira (Espronceda). Si acaso hay verdad, es la que se ejercita diciendo de nuestra propia verdad (haciendo esfuerzos para llegar lo más allá posible) sin tener en cuenta beneficios perjuicios y prejuicios; como creo haber hecho yo diciendo cosas, por las que sin pararse a pensarlo, me llamaran pirado. Siempre me expondré y cuando decida no hacerlo me callaré, porque todo lo que no sea personal y no huir de uno mismo, hace tres mil años ya se dijo.

Último cacho, “y fin de la para, bola”.



Antonio Domínguez Herrera.

Comentarios

Pedro Domínguez Herrrera ha dicho que…
Antonio es difícil de leer y de entender, lo de el es una nebulosa cargada de giros, de experiencias, de filosofías y todo lo que dimanen las buenas letras. En sus oleos es donde brilla un artista de grandiosas posibilidades chafadas por la miseria que le toco vivir Su conversación es interesante. Si el dice que un poeta o pintor es un cantamañanas hay que pensárselo antes de tenerlo como un neófito. A veces enmaraña el texto pero el que “le entiende, entiende y el que no le entiende, no entiende”
Pedro Dominguez Herrera

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