La parusía del pueblo honesto.


Por: Luis C. García Correa y Gómez

El término griego parusía significaba, en el lenguaje profano, la entrada solemne de una autoridad en una ciudad o provincia, donde era recibido y saludado como su salvador. Hoy quisiera usarlo para explicar una vivencia personal muy reciente.
Espero el día grande de la humanidad (aunque no lo viva), cuando la honesta participación de la mayoría imponga sus valores sobre el poder perverso, y entre en la vida de todos, haciéndonos comportarnos como hermanos, más allá de cualquier diferencia.
Sería el punto de partida para un nuevo cómputo del tiempo, una nueva forma de vivir libres y felices.
Sería el día de la PARUSÍA del pueblo honesto.
¿A qué esperamos? En mi pueblo de Tamaraceite, hay un grupo maravilloso de jóvenes que viven ese comportamiento, lo comparten y lo están contagiando. Es la gran esperanza, ser levadura que fermente la masa inerte del pasota y del individualista.
La esperanza nunca se pierde. Yo lo he vivido el sábado 17 de noviembre de 2012, cuando me reuní con el grupo que he mencionado. Son jóvenes que participan honestamente en la búsqueda del bien de los demás y no piden nada a cambio
Ellos practican la regla de oro: Amar a los demás como a nosotros mismos.
El día en que el bien conquiste al mal perverso está cerca.
El desprendimiento, la participación y la honradez de estos jóvenes, deben inspirarnos para hacernos dignos de ese reino de paz, de libertad y de felicidad, al que todos tenemos derecho.
Los pasotas e individualistas habrán dejado de cooperar con los poderes perversos. Habrán dejado su pasividad o inactividad. Habrán dejado de ser enemigos de si mismos y de la comunidad.
Sólo necesitamos que se les conozca y vayan fermentado, como la levadura, la masa inerte de la sociedad, creando la necesaria honesta participación para que se nos dé el alimento material y espiritual que necesitamos,
Desde ese día soy otro. Estoy lleno de esperanza e ilusión.  Mis inquietudes por el bien de los demás han aumentado.
La época final de mi vida está siendo tremendamente enriquecedora y feliz. Tengo una enorme esperanza de dejar de ser esclavo y vivir la sagrada libertad. Mi ilusión porque desaparezca la apatía y la despreocupación, que tanto daño están causando, se ha reactivado.
No deberíamos escuchar frases como: ¿A que viene todo esto?  ¡Si a mí lo único que me interesa es lo mío, mi trabajo, mi familia, mis amigos, lo demás no me importa ni me interesa!
¿Qué me importa la vida de los demás? ¿Y qué les importan a los demás mi vida? Yo no me meto en lo de nadie, que nadie se meta en lo mío.
¿Qué espantosa realidad? ¿Cuándo dejaremos de oír estas frases de personas sin valores, egoístas, maleducados? Además son carne de la miseria, de la desilusión y de la apatía.
¡Claro que usted me interesa! Me interesan sus circunstancias. Me interesa su libertad y su felicidad. ¡Son parte de todos nosotros! ¡Usted no está excluido!
Somos seres comunitarios, no anacoretas. Afortunadamente, todos vivimos interrelacionados. ¡Esto es lo que nos enriquece!
Hasta tanto oigamos esas frases y veamos esos comportamientos, tendremos que reforzarnos en la fe, e impulsar intentando acrecentar ese y esos maravillosos grupos,- que seguro los haya y los habrán-, ampliando su acción benefactora, que vencerán al perverso y nos dará la plena felicidad y la plena libertad.

Comentarios

Edrei Marrero ha dicho que…
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Edrei Marrero ha dicho que…
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Edrei Marrero ha dicho que…
Me ha encantado su publicación Don Luis. Decirle que todo alumno necesita de una persona que le transmite sus conocimientos y valores, un profesor; en este caso usted es uno de esos profesores de transmisión de sabiduría, que nos ha ensañado y aumentado las ganas de mejorar, y por tanto, conseguir esos valores tan nombrados por usted, felicidad y libertad, ambos están correlacionados, pues obteniendo uno consigues el otro.
Ha sido un verdadero honor escucharle, gracias.

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