´¿Qué título hay para esto?
En la plaza de Tamaraceite, que es mi pueblo, de niño me
lanzaba por la baranda de su escalera boca abajo y de cabeza, a patinar con mi
cuerpo hasta que llegaba a la punta de abajo del muro-baranda y en el preciso
instante de esa llegada, ponía las manos en su fin; lo que hacía que el cuerpo
se levantara y se deslizara la pelvis, a ponerse en perpendicular con los
hombros, lo que facultaba, caer de pie en el piso de la plaza. Mientras tanto
podía estar aconteciendo, al mismo tiempo, que José el negro y Tista,
estuvieran subiendo la otra parte ala de la escalera, sorteando los peldaños
con las manos, consiguientemente con los pies virados para el cielo. Todo ello
en porfía ¡porque todo! Era desde el punto de vista de: ¿tu eres capaz de?...
Esto se trata de un sábado de la chiquillería, pero también eran dueños del
dichoso sábado que nos saldrá hasta por las orejas, la hombría y el “mujerage”;
y ocurría en los lances y las cuitas de las personas mayores, !que pasaba de
todo!. Pero vamos a decir en el estilo y contexto de este texto, que cuando
Perico “El Atravesado”, fue a beberse los dos botellines con sus dos tapas, que
todos los sábados se echaba en el bar de Cristóbal, cogió a su dueño, siendo ya
por la tarde, malamente recuperado de una embestidora amanecida; y preguntó el
individuo de bronceado total: “¿que tiene de tapas?”.
En homenaje a
J. J. Mujica, por haberme agradado diciendo que yo de verdad conozco el pueblo.
Por: Antonio Domínguez Herrera

Comentarios
Gracias por reavivar estos recuerdos, porque nos hacen sentir vivos y pensar que aunque hoy hay más comodidades y más tecnología, nosotr@s podemos pensar eso de "cualquier tiempo pasado fue mejor" al menos era una vida más confiada, más sana, sin miedo a tantas cosas que pasan hoy.
Mira si mi padre tenía una manaza fuerte que antes cuando tenías un ¿orzuelo? decían que se calentaba la parte de atras de una llave (llave de las de anteeeeeees)se calentaba en la mano, al menos en la de mi padre que eran manos muy rudas de trabajar en la finca y en la herrería, la llave se quedaba quemando, cuando te la ponían en el ojo... ¡Qué cosas Dios mío! así que imagina un tortazo con esa mano...jeje
Rindo homenaje a mi gran amigo Silverito, a pesar de la diferencia de treinta años que me llevaba y por extensión a ti Eva María Molina, su hija ¡y a todo el pueblo caramba! por su especialidad dando personas de calibre en cualquier sentido. Gracias Eva y saludos.
Nota: Sería muy bonito que muchas personas de nuestro tiempo (Qué no somos tan viejos ¡caray!) se animase a contar sus vivencias.