Perdonen no es por nada (I)


Lo que sigue no se puede calar sin anestesia y preámbulo. La anestesia empieza a endormir desde que usted lea que esto solo pretende entretener. El preámbulo es que no creo de necesidad pedir clemencia, piedad e indulgencia, por opinar con el desgarro; que es desgarrar la entraña de mi propia opinión y por lo tanto, pido a Dios me guarde aunque sea por la tarde. Esto no va a ser elucubrar, será, una deconstrucción total de la verdad real, que entra en la otra verdad que también la es, el trasfondo de las cosas; en “ese más allá” no tan lejano, desde el cual parten muchos puntos de vista y maneras. Si no se sabe esto se puede atribuir al disparate lo que sigue.

Según Don Miguel de Cervantes Saavedra, que no es poco según, los poetas que son y han sido se pueden contar con los dedos de las manos. Según mi opinión los seudo poetas los hay a millones. ¿Porqué? - porque la poesía es sentimiento y sentir sentimos todos; su valor estriba en hacerlo inteligible poéticamente a los demás - y eso - lo han logrado solo los cuatro grandes de por lo visto, extinta estirpe.

No me acostumbro. No me he podido acostumbrar todavía a la poesía moderna y abstractista (malamente rimada, entre otras muchas cosas) que veo acoplada en todos los textos; que hasta en la forma de expresarse poéticamente hay modismos acuñados, que aborrezco sobre manera. Encuentro tan repugnante este estilo porque me recuerda a dos tenidos por mí como rebenques, cuales son: Rafael Alberti y Pablo Neruda. Que junto con Picasso, en otro terreno, conforman la universal tripleta de cantamañanas, porque para cantar por la mañana (y echarse las mañanitas) sí reconozco que tenían cierta clase. ¡Que Dios me lo perdone!.

Los versos de estos dos seres yermos y estériles son constitutivos de lo más negativo que ha tenido la Literatura. Estoy seguro que ello puede escandalizar al más valiente, irreflexivo,- que siempre fue irreflexiva la valentía - en cuanto que veo reflejadas en un montón de partes publicadas esas fuertes y negativas influencias. Salvaguardando las otras tendencias, que aún no siendo muchas, salvan y honran.

La no vendita propaganda como arma del sistema vende, e ineptos nosotros obedientemente compramos. ¡Cuántos dolores de cabeza nos han hecho pasar!, para desentrañar el significado de un párrafo escrito por estos dos desertores del arado, que es imposible entender, porque si acaso lo entiende es quien lo escribió y dudo así sea en todos los casos. ¡Como se han reído de nosotros, respetado lector! ¡Cuanta basura de este jaez nos han tirado encima!.

Para ir aclarando y evitar el embrollo; presuponiendo de antemano, respetado lector, es usted persona avezada no susceptible de ser escandalizada, (ha de perdonarme la vanidad, que no me parece rayana en los  términos del atrevimiento) diré que lo que Alberti quería, es ser filósofo; aspiración natural consustancial a todo mentecato; como dio a entender cuando exponía sus mal amañadas ideas,- era hombre de moda- este es el desprecio más grande que se le puede hacer a un intelectual, pero claro, a un intelectual.

Con apariciones en los medios hablados y escritos hasta el hartazgo, todo este tipo de seres del tres al cuarto que son además sabedores de sus cortos límites, sacan pecho y hocico incluso en pleno desierto para mostrárselo a la hipotética cámara que ven en el más mínimo espejismo.

Claro, ya metido en este singular atolladero voy a seguir un poquito más, con su permiso respetado lector, “que sé tengo por descontado“, utilizando yo la paciencia que debe conferirle a usted el respeto y aprecio que estoy seguro tiene a su pertrecho de otras formas de ver, como así mismo lo estoy de los malos tragos inherentes a ésta manera de mirar, que usted debe haber soportado otras parecidas con estoica y admirable paciencia, para decirle también esto otro: El chico que nos ocupa era un falso modesto redomado, dotado de un grandísimo magnetismo personal. Rasputín a su lado era un niño pequeño. Con una trayectoria de izquierdas, muy adecuada a sus intereses, de la que trataba ennoblecerse  y que equivocado por hacendado y por no haber aflojado a tiempo le llevó al exilio.

Siguiendo los dictados de su mente atrevida y tozuda no se desvinculó ni un solo momento de los de su generación, no por deseo de saber sino por su ansia de salir en la foto acompañado de ratificadoras figuras. No aprendía nada, cuidando mucho lamer muy bien a Dalí, el artista pintor surrealista  más grande de todos los tiempos (según mi opinión) para hacer esta amistad rentable en cuanto le hiciera falta.

Esto unido a la martirización de vida libertina y licenciosa del extranjero... del exilio. Ya se sabe como venden estos cócteles. Nunca entendió el mundo literario que le rodeo, ni las magníficas tertulias que desaprovechó; lo que sí entendió de maravilla fue el manejo maquiavélico de las relaciones públicas, llegando a ir incluso a la trinchera con un oportunismo sin igual, a arengar las tropas y mostrar las memeces que dio el parto de cada una de sus apariciones, que por suerte para él sólo unos pocos hemos podido detectar.

Mucho menos entendió la Literatura propiamente. En lo que él llamó poesía no vio algo tan sencillo como que a ésta sólo ennoblece el que la musica en los más sencillos aspectos de la vida diaria, y que,  cuando estos mismos aspectos se complican y tenemos que profundizar al máximo con el pensamiento, no podemos engañar a la idea, tratando de enaltecerla con filigranas ¡esto es vano! Y hasta malo para la salud integral del cuerpo.

No se puede torcer a nuestra mente a viva fuerza como trapo de fregadero, sino que tenemos que recurrir a la madre de todas las disciplinas de pensamiento, que se llama filosofía. Lo que significa simplemente no hacer cabriolas con el lenguaje; sí utilizarlo desde la realidad de su cometido natural, aunque de hecho sirve para hacerse raro y jodido de entender, hasta en el menos imposible vericueto en que se utilice.

El individuo que nos sigue ocupando bebía los vientos, además, por yacer amancebado con tan bella disciplina. Y como llamara inútilmente a las puertas del paraíso en el que nunca quiso ser recibido ¿Por algún pecado de naturaleza? ¡Vaya usted a saber! ¿Por follones cognoscitivos? ¿Por tara genética? ¿Por trastocaciones de las ramificaciones neuronales de las tripas que tenía por cerebro?.

Quedando en los aledaños, expulsado del interior de esta disciplina, decimos, ya se había alejado mucho de la poesía, dejando ésta a la espalda. Ya había recorrido mucho camino del que hay lógicamente entre la ficción poética y la realidad filosófica. Aunque estos dos extremos no están a muchas jornadas él se quedó cómodamente en tierra de nadie, como el inconmensurable vago que era. “A las puertas” del paraíso que nunca le admitió.

Tendido a lo largo, como perro en puertas de cementerio, aburrido, sin comer, creyendo hacer postrero favor al destino para ganarse la presencia que tanto necesita de su amo ya muerto, manda gruñidos ininteligibles y lamentosos como nada más fueron sus escritos.

Por ejemplo: Casas de Tamaraceite ¿estáis? ¿ Por qué cerráis las puertas a la noche y al día las abrís en par? Si teméis al violeta del ocaso lindo, aunque respiréis el naranja bello del amanecer ¡en franco temor estáis!.

Esta imbecilidad que acabo de inventar sobre la marcha me dirá usted que dificultad hay para encontrar esto. Pero oiga, que mirándolo bien, encuentro hasta demasiado bueno lo que acabo de decir. Creo que ni aún proponiéndomelo podría dar un ejemplo de su estilo lo suficientemente malo digno de ser comparado, de lo que me solazo, con quizá atrevimiento porque me refresca mucho.

Así puede estar cualquier tolete escribiendo las 24 horas del día, con un único gran problema: publicar... continuará.

 

Antonio Domínguez Herrera.

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