Perdonen. No es por nada. (II)


... Pero no debemos avanzarnos a pensar que me refiero a la reticencia de los editores, que por descontado están encantados con esta mercancía”. Que tienen vendida de antemano. Me refiero a la imposibilidad de publicar en el sentido que, si todos los escritores escogieran esta vía ancha y fácil para comunicarse, no habrían máquinas rotativas capaces de graficar tanta basura al mismo tiempo.
Va aflojando ya la aceleración que me embarga cuando “amaso” estos asuntos. Extremos que nadie comparte (faltaría más). Lo que quiero decir de Neruda entiéndolo en la misma línea; con alguna posible diferencia en el método que seguramente ha habido entre ellos. No me han interesado nunca como punto de partida de un análisis serio.
Tiene Neruda de su parte a su favor el haber sido un gran inventor de títulos de libros, lo demuestra aquel título impresionante: para nacer he nacido, que no sé de donde barajo lo sacó tan yerma cabeza. ¡Qué belleza estética tiene este nombre!. Cuando abrí él hasta aquel momento misterioso y prometedor paquete después de llegar a mis manos, que ilusión tan grande sentí, por la gran aureola de fama de que se acompañaba, y que decepción al leerlo, me fue imposible pasar de la consabida y siempre nombrada página veinte.
Me sentí engañado con aquella montaña de estupideces e intenciones malsanas y peligrosas, de metáfora estúpida, como sacar hilos a las piedras para amarrar con ellos; tratadoras a mi entender de echar contra sí y de atraer a cada vez más devoradora velocidad la frágil nave de mi entendimiento. Entendimiento recolectado de la corta cosecha de mi mente, labrada ésta con mucho sacrificio, sobrellevando mil y una burlas (veladas pero burlas al fin) cuando tímidamente trataba de mostrar los frutos más presentables y decorosos de dicha cosecha.
En un mundo donde se practica tanta cursilería y buenos modos aprendidos, ya nos creemos ángeles con alas y todo y nos sentimos buenos y perfectos que siempre es más engordador del ego que sentirse malos y deformes. De estas sutilezas no escapamos absolutamente nadie. Sea esto dicho y atenido, respecto de todas las cosechas mentales particulares y no solo la mía.
Continúo con la metáfora de la nave, que este sujeto sudamericano quería desmantelar de todos sus clavos al unísono, en succión y vértigo que no conoce realidad, para con gran estruendo hacerla integradora de sus entrañas. Gracias que yo le mandé al carajo y no me dejé. Imagino que este intento succionador no alcanzaría mi entendimiento a atisbar aún, si sería más o menos magnífico que el viaje de un objeto por el interior de un agujero negro.
Fueron verdaderos méritos los que tuvieron estos individuos, “por defender” al proletariado, al que ellos no pertenecían, a brazo partido. Siendo muy pocos los hombres que esto han hecho, afrontando la situación hasta las últimas consecuencias y muy difícilmente no perdieran la vida en el intento. Ellos vivieron una vida en años tan amplia que les delata aún más. ¡¡Fuerte!! ¡¡desgracia!!.
Otra  cosa es que perdieran la vida otros en primera línea defendiendo sus ideas y hasta en décima línea, hostigados por la arenga muy bien atrincherada y por ende protegida de estos golfos.
En resumidas cuentas no se puede confundir las disponibilidades de ánimo óptimas para llevar a cabo la acción precisa en el momento más conveniente, con el talento y el genio creador. ¿ Porqué se le ha dado para arriba a estos seres? ¿Porqué se pueden editar millones de libros escritos a la altura que pueda entender lo más ignorante del gran público y que de su propia masa (de uno de sus toletes) se extraiga algo afín para entretenerlo (al gran público) y explotarlo, vendiéndole papel con valor perdido al estar ocupado en lo que está, yéndose del seguro valor que tuvo en blanco? La respuesta se omite por su contundencia. Fin de la segunda parte, la próxima semana, tercera y última parte.

Antonio Domínguez Herrera.

Comentarios

Entradas populares