Carta al Viento: Tania, mi prima la de Cuba.
Por: Jesús Vega Mesa |
Tania, mi prima cubana, llegó a Canarias hace ya casi veinte años.
Llegó como lo hicieron otros muchos chicos y chicas, con no pocos sacrificios. Tantos sacrificios
como deseos de encontrar una vida mejor.
Con ganas de mejorar y con ganas de apoyar desde aquí a su familia. Tania hizo el viaje al revés del que mi tío
Rogelio emprendió hace muchísimos años. Rogelio dejó su Tirajana del alma para iniciar una nueva
vida, llena de dificultades, en La
Habana. El canario en Cuba y la cubana
en Canarias. Uno y otro por la misma razón. Cuando por la calle me tropiezo con
un inmigrante me acuerdo de mi tío y me acuerdo de mi prima y me dan ganas de
decirle: Amigo, no te sientas forastero.
Esta tierra también es tuya si la amas y la
cuidas como algo tuyo. Tú también
eres de los nuestros.
Es verdad que hay quienes culpan a los inmigrantes de todos
los males de nuestra sociedad. Son, qué casualidad, los mismos que, cuando pueden, los explotan y trafican con su situación. Los
que los emplean por cuatro duros o les cobran el alquiler de de una casucha a precio de chalet adosado. Entiendo que en
un mundo tan grande ha de haber normas. Pero nunca a costa de quitar los
derechos de la persona, sea de donde sea, ni el derecho a la salud o a la educación o a la vivienda. Y un
derecho reconocido es también el emigrar.
Hace
muy pocos años intenté que dos personas amigas de un país latino pasaran unos meses en mi casa. Pudieron llegar en avión hasta
Madrid. Allí, en la aduana, les pidieron
que justificaran la reserva de un hotel o una cantidad suficiente de dinero.
Alegaron la verdad: que venían a la casa de un amigo. Y que el amigo les acogía
sin ninguna exigencia. Pero como la amistad no es un valor que cotiza, mis dos amigas fueron obligadas a regresar a
su país después de haber gastado en el viaje su poco dinero ahorrado .
En
estos tiempos duros para la economía familiar, muchos de los nuestros han
tenido que empezar a preparar la maleta en busca de un trabajo en Alemania o en
Londres o Finlandia. Marchan casi con lo puesto. Todos deseamos que progresen,
que reciban un salario digno y, sobre todo, que sean acogidos y queridos.
Porque ningún canario es inferior a un alemán, aunque tenga mucho menos dinero
o haya nacido muy lejos de allí. Tienen derecho, claro que sí, a huir de la
crisis y buscar un futuro mejor.
Y con estas historias que van y vienen, es
obligado soñar. Sueño con una sociedad con menos fronteras, con menos
prejuicios, con menos racismo. Sueño con que sepamos respetarnos y que haya
verdadera hospitalidad hacia el forastero.
Afortunadamente
mi tío Rogelio encontró en Cuba lo que necesitaba, se sintió feliz y nunca más
volvió a nuestras Islas. Aquella empezó a ser su tierra. Por suerte, mi prima
Tania encontró en Canarias lo que buscaba: trabajo, amigos, familia, acogida. Y hace unos
días, cuando le pregunté si tenía intenciones de volver a su tierra me dijo con
total contundencia:
-No me planteo para nada volver
a Cuba. Esta ya es mi tierra, la que quiero, la que cuido y la que defiendo.
El domingo que viene se celebra la Jornada de las
Migraciones. La Conferencia episcopal, aunque parezca extraño a algunos, ha
dado a conocer un interesante y claro documento sobre el tema. Vale la pena leerlo. Al fin y al cabo, ninguna
tierra es del todo nuestra. Al fin y el cabo, tú mismo yo o
mis sobrinos podemos llamarnos Rogelio o podemos llamarnos Tania. Como mi prima la cubana que tiene a
Canarias como su tierra
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