Plagios, mensajes y telefonía

Por: Pedro Domínguez Herrera

En los recientes últimos tiempos, por medio de la tecnología, escribientes se han convertido en escritores, utilizando sin rubor, y con el todo vale, la fuente inagotable de internet. (“Lo que hago es mejorar lo escrito, dicen ellos, engañándose por su falta de inspiración y de alegato propio”). Y así, se meten a hacer pregones, buscado al santo con el simple toque de ratón, aderezando con la temática que va surgiendo …La producción agrícola…Las isobaras. ¡Vaya usted a saber!. Quedan con una erudición prestada, que mas parecen príncipes de la lengua, que mortales y cotidianos escribientes.  También discursos,  presentaciones…  Lo mas grave, hasta en el periodismo, si no son los sucesos de ultima hora, en  lo demás, casi todo tiene dosis de idea “prestada y mejorada”.
Se plagia sin rigor y a cada rato ponen comillas y pinchan a ver que resulta, en el buscador de plagios. Hasta la poesía, que es un sentimiento que debe salir del alma; ejemplo: Del salón en el Angulo oscuro; por, en la habitación en la parte poco iluminada…Se plagia de todo, carteles del carnaval, en arquitectura, en tesis, tesinas, exámenes, tanto que a veces dan ganas de decir: ¿Eso se te ha ocurrido a ti solo?.
Los que no tenemos “capacidad “ para estos logros, también nos beneficiamos de los prodigios del ordenador, quitando párrafos o cambiándolos de orden y lo mas importante, los que como yo suelen tener faltas de ortografía, la línea roja o azul entran en juego.
Los mensajes de telefonía y el chateo en el ordenador, están haciendo un daño irreparable al lenguaje, con  una comunicación telegráfica casi sin sentido. Los comentarios escritos, los largan cual les vienen a la mente, no tienen en cuenta ni numero, género y a veces ni se entienden ellos, ni hay quien les entienda. Cuando chatean una idea, se aclaran con la otra o su interlocutor les pregunta con frases insulsas, hasta que a medias se entienden.
La telefonía esta haciendo tantos estragos, en la economía como en la convivencia. Cuando se ven en la calle, casi ni se hablan, incluso la familia, pero por teléfono son horas de repetición, criticas, preguntas indiscretas, que a la cara no son capaces de hacer y luego cuando se ven sienten rubor o dan la callada por respuesta.
Muchos escritores e intelectuales no quieren adaptarse; por temor a perder la impronta, la inventiva, el discurso de lápiz y papel y son tenidos por los graciosillos de turno como atrasados…Vendrán tiempos que toda esta turbulencia mediática amaine, y que artistas pensadores y oradores vuelvan al lugar de origen a la creación propia… ¡Y vaya que si se nota!.  

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
En vano esperas que amaine la turbulencia, avispado Perico, porque son muchos los millones de euros empleados en RTV y así sea la maquinaria para manchar y destrozar papel, a cual de todas peor lo hace. La que no es mentirosa es insustancial y repetitiva hasta la invasión ¡es el quijote en verso en el mundo!
Descendiendo a la versión amateur (nuestro nivel) los hay a millones que desconociendo su idioma se dedican a estudiar otros. El inglés que para poco sirve en el plagio, porque todos le chapurrean y pueden detectar orígenes, no es el caso de idiomas poco conocidos de los que se puede copiar a integridad. La espantosa ridiculez se da cuando se lee en español lo copiado del búlgaro, pero, sin saber que el búlgaro lo copió del inglés. A en general lo que dices, me rindo, es ridículo buscarle error o simple desacierto. Me congratulo como ves, en asunto que los de las letras jamás tocarán, ¡por si acaso! Observa Perico, que con este vomitar corremos el riesgo de estrenar la palmeta; de que se nos pregunte el porqué entendemos tanto de esto. A lo que contestaremos que no estamos subsistiendo-vendiendo ideologías; diremos que estamos mostrando lo que creemos que es mostrable: nuestro conocimiento. Invito al que siente vergüenza ajena viendo este comentario, a que sea valiente y se exprese en estos términos y se olvide por bendita vez de los negocios de la conducta.
De observarse imprudencia mía grande es obligación ética avisarme y si fuera pequeña sobrellévese, que estamos entre gente del pueblo.

Antonio Domínguez

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