Tamaraceite pierde camino


El asfalto los dejó hace años en desuso y, por tanto, en el olvido. Pero bajo la senda de los caminos que unían hace más de un siglo las principales poblaciones de la Isla se esconde la historia de los isleños. Además, de su valor como enclave natural. El distrito Tamaraceite-Tenoya-San Lorenzo, y por ende la capital, pierde parte de este pasado por la expansión inmobiliaria. Se trata del camino viejo que unía Tamaraceite con San Lorenzo, antaño municipio independiente de la isla hasta la anexión a la ciudad tras la Guerra Civil española. Varios metros del trayecto, del que sale una bifurcación al Camino Real que unía esta población con Teror por San José del Álamo, desaparecen bajo la piqueta del nuevo centro comercial que se levanta ya en Tamaraceite Sur. Curiosamente, la vía fue señalizada en el 2010 por la empresa Gestión y Planeamiento territorial y Medioambiental (Gesplan), del Gobierno de Canarias, y está dentro de la red de senderos de la Isla.
Hasta 1860 no se establece el primer plan de carreteras de Gran Canaria por lo que los caminos fueron y continuaron siendo durante años las vías principales de comunicación entre municipios, incluso hasta bien entrado el siglo XX. En esas fechas existían un total de 95 caminos vecinales de carácter público en la Isla, que equivalían aproximadamente a 654,5 kilómetros. Las Palmas de Gran Canaria se unía a Gáldar por el camino real que pasa por la Cruz de Piedra hasta Tamaraceite, con Teror por el camino de San Lorenzo, con Santa Brígida por el camino de Tafira y con Telde por el de San José. San Lorenzo, por se encrucijada natural de varios municipios, tenía nada menos que once. Así lo recoge el geógrafo y profesor de la Universidad, Claudio Moreno Medina, en su tesis Los caminos de Gran Canaria.
  "Desde el punto de vista patrimonial, los caminos tienen una importancia tremenda ya que han constituido los ejes por los que ha n circulado las gentes y la economía de la Isla hasta que se construyeron las carreteras, algunas sobre antiguos caminos. Gran parte de la producción platanera de la zona norte de la Isla hacia el Puerto lo hizo por el camino que unía la capital con Tamaraceite, todo un valle agrícola hasta mediados del siglo pasado", explica el geógrafo, que nos facilita una imagen aérea de cómo era la zona entre Tamaraceite y San Lorenzo por la que discurría el camino en 1954.
El camino que une San Lorenzo con Tamaraceite, entonces un barrio periférico de éste, no tiene más de tres kilómetros pero en su recorrido se puede repasar la actividad agrícola que durante años hubo en el lugar, aunque hoy la mayor parte de las fincas y estructuras agropecuarias estén abandonadas. Pasada la iglesia de Tamaraceite, a mano izquierda, está aún la señal que instaló hace unos años el Gobierno de Canarias al incluirlo en su red de senderos.

Más de 300 kilómetros de caminos reales y senderos históricos, según el Patronato de Turismo grancanario, permanecen aún en la Isla en pie con el trazado que diseñaron nuestros antepasados, aunque la mayoría de ellos hoy están abandonados o utilizados ya solo por los senderistas. El camino de Las Palmas a Teror, al igual que el de Gáldar, están catalogados en la Carta Etnográfica de Gran Canaria como patrimonio isleño.
"Hasta los años 50 y 60 muchos de los caminos siguieron funcionando porque aún había mucha actividad agrícola en la Isla. Hoy en día no queda ni el 10% de los que había en el siglo XIX", reconoce Moreno, quien afirma que no se pierden solo por dejarlos de usar sino porque si no están inventariados como patrimonio público en los ayuntamientos o señalizados son más fáciles de convertirse en suelo urbanizable al amparo del olvido de la memoria colectiva.
El pasado agrícola de San Lorenzo y Tamaraceite dejó una infraestructura en el camino de estanques y canales para el regadío de plataneras y de otras especies que han creado un ecosistema casi único -las charcas de San Lorenzo- donde anidan numerosas aves que podría ser un lugar ideal para la observación ornitológica. Eso fue lo que planteó en su trabajo de fin de carrera, el geógrafo Ricardo Fernández, alumno de Claudio Moreno.
"La idea era conservar las charcas y hacer un parque periurbano para la ciudad en una zona en donde los vecinos han reivindicado históricamente la falta de equipamientos. Lo único que habría que hacer sería mantener la infraestructura de las charcas, revegetar las laderas, mantener los cultivos que hay. También proponía crear un jardín con especies de la macaronesia, que podría tener una función pedagógica", explica.
Los vecinos del distrito, apoyados por la Federación de Medianías, reivindicaron ya el camino en la legislatura socialista tanto para conservar su patrimonio como para ser utilizado como zona de recreo por la población e incluso como aula de naturaleza para los colegios de la zona. Y lo han vuelto a intentar con los populares en el ayuntamiento. El profesor y vecino de Tamaraceite, Esteban Santana, ha sido uno de ellos. "Es de los pocos lugares que queda dentro de la ciudad con un entorno rural y natural sin explotar". El pasado año presentó una moción en la junta de distrito para su conservación y uso, que fue aprobada por todos los partidos políticos, pero el ladrillo parece que ha podido más. Puede, como dice un senderista en un blog, que si la virgen del Pino vuelve a bajar a la capital es probable que tenga que hacer en helicóptero más de un tramo porque no halle el camino entre tanto ladrillo y asfalto.

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