¡Zapatero a tus zapatos!

Por Luis C. García Correa
“¡Zapatero a tus zapatos!” es un refrán que usamos los canarios (Islas Canarias, España) para referirnos a quien interviene en algo que no conoce, o que pretende dañar, indicándole que su opinión no es válida por falta de conocimientos, o por su maldad.
Mi tío, Bernardino Correa Viera -sabio donde los hubo- decía, en vez de ese refrán: “no seas sapo rabudo” (en canario se pronunciaba: no seas "sapo rabúo").
El zapatero ignorante, o "sapo rabúo", es un personaje que se ha dado en todas las épocas.
Librarse de esos zapateros, o sapos, ha sido una lucha constante en las sociedades cultas, honestas y libres.
Aprovecharse de su posición para opinar sin saber, o por dar razones partidistas, o dañinas, le convierte a uno en ese ser maligno o ignorante, que puede dañar la conversación. Tanto, que lo que era una reunión de conocidos o amigos, se puede transformar en una reunión de enemigos, o de correligionarios.
Todos los seres humanos tenemos una influencia en el ambiente en el que vivimos y nos relacionamos.
Todos tenemos poderes, que podemos ejercer para hacer el bien o el mal.
El mal se aprovecha de esos zapateros y "sapos rabúos" para desarrollar su maldad.
Las personas tenemos siempre la oportunidad de hacer el bien o el mal, todo depende de la voluntad que se tenga, de acuerdo con los valores en los que descansa la vida de cada persona.
Los seres humanos desarrollamos el mal, como el bien, de acuerdo con los valores que nos guían en la vida.
Horror de quien le guía el mal, el dinero, o tratar de conseguir un prestigio que, por mucho que quiera, está y estará en el sitio que se ha colocado, por méritos propios.
Hay personas buenas y santas que dedican su vida a ayudar.
Hay personas malas y perversas que dedican su vida a perjudicar.
La vida siempre puede ser de valor para los demás, de acuerdo con los actos de cada persona, dependiendo del bien o del mal que desarrollan.
Hay quién dedica su vida a ayudar, y hay quién dedica su vida al mal, a perjudicar y, si pueden, a destruir.
Por mis años he vivido circunstancias maravillosas, por los hechos de buenas y santas personas. En otras, afortunadamente pocas, he visto como el mal trataba de vencer, pero los rezos y los pequeños sacrificios de las personas santas, han conseguido que esos momentos hayan sido pocos y de poco efecto dañino.
El mal jamás ha vencido al bien. Pero puede hacer daño.
Desafortunadamente no deja de haber personas malas que, guiadas por el mal -su fin y meta es dañar-, consiguen algún éxito, sobre todo cuando no hay quien rece para que el bien venza al mal.
La influencia de las personas puede llegar a ser fundamental.
Si la persona tiene un relieve de carácter, económico, social o político su poder de influir es mayor. Y si su meta es dañar, puede llegar a conseguir dañar. Y al contrario: si es una buena persona puede hacer y repartir el bien.
Por eso, y por mi experiencia, siempre reúnase con personas buenas, de lo contrario el mal le podrá llegar a tocar.
"Lobos vestidos de corderos" es otro refrán referido a personas malas, cuya apariencia es de buenas personas, pero están dominados por el mal; en realidad son demonios.
Recogemos lo que sembramos. Si sembramos el mal, el mal recogeremos, y si sembramos el bien, el bien recogeremos.
“¡Zapatero a tus zapatos!” Es un refrán que sigue en vigor.

Comentarios

Entradas populares