Vamos, ven y no me dejes...

Por: Sergio Naranjo
Fefito Porfiado se compró Elanrove el año del Concordato, aquella juventud recién llegada de la mili en África, aquellos años de trabajo en unas alturas de Teror, aquella vida que fue y que ahora, cuando palidece, le da la alegría de salir del barrio de Las Palmas alguna mañana para solazarse en lo que la sequía y el progreso le han ido dejando. Su hija accede de mala gana, él no la engaña con que va a ponerle flores al nicho de mamá y se tira para arriba, al centro de la carretera, que él es prudente, y a veinticinco por hora, con cuidadito.
Llegando a la curva de El Toscón voy tres coches atrás del aquel otro que fue en origen anaranjado, pero que cuando murió el Caudillo se pintó azul marino en cuatro manos bien dadas a brocha, por respeto. Lleva más coches atrás que el entierro de Tonono. Y empiezan las locuras según se enfila El Fielato, él siempre tan al centro que el mismísimo Cuco Nuez tiene que apalancar la plancha en la Hoya Fría para dejarlo pasar. En El Chaparral, un camión de La Fuente se apartó para dejar paso a los que traía retenidos de arriba para abajo, pero en esto pasaba el hombre tan en el centro que no pasó nadie y se formó un potaje que llegó al Barranco del Zapatero. Encima de la Vuelta de Narciso lo pasé. Mi ternura se plegó a la prisa, al hambre y al calor. Mi coche, en un acelerón inmisericorde, acaba con tantos recuerdos, y se lanza en busca de mi propia melancolía.
Ella es chofa de Global, una de ellas. No se te ocurra decirle nada, que bastante tiene con conducir en medio de este mundo machista. Por eso, cuando me jinca la guagua encima sin tocar la pita no protesto, que uno es educado y vive con mujeres. Atino a llegar al puente de Miraflor y me topo con la otra, repartidora de nuestra empresa más dulce, el móvil sujeto entre el hombro izquierdo y la oreja; la mano izquierda al volante; la derecha escribiendo yo no sé el qué; el morro de aquel furgón de los grandes enfrente de mi coche; mi ritmo cardiaco enfrente del espejo.
Subo por el puente nuevo, a cincuenta, que para eso sí estará, agazapada, la Siví, si te puede trincar. Y va saliendo del Donut aquel camión rumbo a Agaete, veinte por hora, hasta que asoma a lo de Juanero y tuerce a la derecha. Llego a Teror, Muro Nuevo de lamentaciones del tráfico que nunca se ha sabido resolver si no es a base de destrozos irreparables. Cualquiera sabe el motivo, pero consigo pasar la Calle Nueva y enfilar Arbejales al cabo de mil paradas y tropezones.
… caminito de Teror.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Sergio lo narras muy bien. Es tal la fama de peligrosa la carretera "pal Pino" que los puretas que van muy despacio y cuando hay rectas aligeran, llevando grandes colas detrás; como queriendo decir, tranquilos que nos vamos jugando la vida y si se la van jugando los que exasperados optan por adelantar.
Aprvecho para decirte que me gustó muy muhco tu escrito de la ida al "estelero"(Estelas de magulladuras en el cuerpo) Te felicito
Pedro Dominguez Herrera
Sergio Naranjo ha dicho que…
Gracias, Perico. La verdad es que el esperrío de mi cuñao es una de las mejores cosas que me han pasado en la vida.
Anónimo ha dicho que…
Te doy las buenas horas Sergio, porque no se a la altura del día en que vas a leer esto.
A mi me perece holgado, cómodo en demasía y hasta superficial dar parabienes y felicitaciones a alguien por tener una claridad de conciencia y encima tiene la humana amabilidad de brindarla en un escrito. Yo no hago algarabías (ofensivas, descalabradas alegrías, tanto como cuando el niño pronuncia el tan ansiado “agó” a los siete años de edad) de y a quien le reconozco clara y no pequeña inteligencia. No me asombra cuanto dices en “VAMOS VEN Y NO ME DEJES”. Sí me ocupa y me preocupa (porque en lo que dices me guío para aprender) en el sentido del estudio empírico mío. El conocimiento exacto que demuestras de la carretera de Teror en todas sus toponimias, vueltas, rectas y la rama aquella rastrera que anda destrozando peinados. Me asusta además tu conocimiento del talante-comportamiento hasta del último hereje que circuló, circula y circulará por ese peligro; por esa especie de puente colgante; por esa carretera del infierno (por los diablos que circulan por ella, sin faltar, por lo tanto sin generalizar) que gracias a la señora de Teror no pasa nada de lo que pudiera pasar sin Ella. Me asombra que aún sin verlo tú, (estoy absolutamente seguro) podrías describir el comportamiento de D. José Miguel Pérez, o de grandes hombres de Canarias por el estilo manejando, guiando, conduciendo un coche por ese sitio que a ti te vale como tu propio escáner al que no se le esconde nada. Porque me conoces no creo necesario decirte que te hablo tan en serio como cura de catedral, bueno, más en serio. Mis saludos Sergio y mis respetos que, te los mereces del que aspira a ser siempre tu amigo: Antonio Domínguez Herrera.
Sergio Naranjo ha dicho que…
Gracias, Antonio, por dedicarme un rato. Y no olvides que el punto cero de esa carretera está en... Tamaraceite. El punto de partida.

Entradas populares