La humildad

Por: Luis C. García Correa y Gómez

El nombre de humildad viene del latín humus, tierra, y significa según su etimología, inclinarse hacia la tierra. Maravilloso comportamiento.
La Humildad es una virtud fundamento de todas las demás, y consiste, esencialmente, en inclinarse ante Dios, en reconocer que todo lo que tenemos de bueno o lo que de bueno hacemos o se manifiesta en el amor a los hombres de su ayuda viene.
Es la que sazona todos nuestros actos, aumentando su valor
Debe ser la virtud  que se adueñe del corazón humano y haga que nuestros actos trasciendan más allá del valor de un normal comportamiento.
La humildad es el único modo de crecer en el amor a Dios y a los demás.
La Humildad conquista el corazón de los humanos y es lo que hace que cara a Dios nos acerque a lo divino.
Es la base sobrenatural de todas las virtudes.
Evita y anula la tendencia a querer ser admirados, lo que aleja de las miserias humanas de la vanidad y el desprecio de los demás.
Sin humildad es imposible crecer en el amor.
¡Constantemente me persuado que la humillad auténtica es la base sobrenatural de todas la virtudes!
Esta virtud, además de reprimir los impulsos de la soberbia, del egoísmo, de la ambición, de la vanidad (que tanto nos atraen). Consiste en que nuestra presencia ante Dios y ante los demás es ser lo que en verdad somos.
La humildad se funda en la verdad, en la realidad, y para los católicos en la certeza de la infinita distancia que existe entre nosotros y nuestro creador, Dios.
Cuanto más elevada está la criatura más debe comprender esa distancia que separa al hombre de Dios
Y por eso Nuestra Madre la Virgen Santísima es el paradigma de la humildad.
La humidad nos hará descubrir que todo lo bueno que existe en nosotros viene de Dios, tanto en el orden de la naturaleza como en el de la gracia.
Aunque lo especifico nuestro es la flaqueza y el error. A la vez, nada tiene que ver esta virtud con la timidez, con la pusilanimidad o la mediocridad. Los santos han sigo hombres magnánimos: con el corazón grande; Humilde pero a la vez audaz.
Aunque  la humildad es el fundamento de todas las virtudes, lo es de un modo muy particular de la caridad, tan necesaria en estos momentos faltos de valores.
En la medida que nos olvidamos de nosotros mismos, podemos preocuparnos de los demás y atender sus necesidades. Que es lo que hace CARITAS.
Por el contrario, la soberbia es la raíz y madre de todos los pecados, y el gran obstáculo al desarrollo de la bondad.
La soberbia y la tristeza suele ir de mano, mientras que la alegría es patrimonio de las almas humildes.
Vivamos la humildad, daremos ejemplo, y ayudaremos, de forma exponencial, a este mundo mediatizado y amordazado por la falta de valores éticos o religiosos, y, como consecuencia, falta de humildad. Y la paz, la bondad, la libertad y la felicidad brillaran con el fulgor de la humildad, habremos creado el mundo que necesitamos, un mundo mejor.

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