A Tino Torón, el amante de la Cultura.
Por: Antonio Domínguez |
Siento placer y estadía superior
memorando tu paz Tino. No solo en la primera que en ti noté sino la que vi
rebosar de tu humanísima mirada ayer mismo. Cuando la necesito (la paz) la
encuentro fácil recordando empático tus modos y formas de sosegado estar. ¿”Cómo
quieres por consiguiente que, viniendo de ti el retrato perfecto que haces de la
casa de la cultura no se me haga el nudo de la garganta y se me plante un
lagrimón”?
Tu experiencia es panorámica, (superior)
amplia cuando te adentras desde las perreras. La mía es central, sintética,
concreta, castrada por el amor a mi padre y la influencia en la relación con
nuestro padre. Jamás nos dio una lección; sabía que en reformatorio
circundante, aquel campo de concentración, aquel manicomio para gente cuerda,
sobraba con mucho para que aprendiéramos
de primera mano la antípoda de adonde él pudiera llegar “para educarnos”. Me
pasa lo que te pasa a ti mi querido y admirado Tino. Que en los guetos
suburbiales, favelescos de Favela -y por que no, también fabulescos- a que nos
proyectaron los desgraciados tiempos de las pistolas; a pertenecer a una organización
de Vegueta, a la que nunca habíamos pertenecido. Por ese disparate que siempre
nos ha distraído, vemos las cosas grandes tu en Tamaraceite y yo en Tenoya.
Amamos -y no es malo- la complementación. Nuestra existencia se trastocó para
siempre cuando nos robaron nuestra “quintaesencia”, nuestra identidad, nuestra
cultura, nuestras casas y nuestras tierras. A tal punto creo, que ni me
molesto/aré en repudiar
caprichos-negocios de ninguna alcaldía 1) porque no reconozco autoridad
a otro ayuntamiento y 2) porque sé que las decisiones de todo reyezuelo que
reine en Las Palmas han sido inamovibles todo el tiempo de prevalencia en
muerte nosotros y vivos ellos; tendría que amanecer el nuevo día en que se
viera el buen hacer para creer.
Lo anterior no quita el valor con
que se debe tratar ¡tu tratado! Tino, sino que va en virtud y adhesión a tu
ensayo literario lleno de barberil conocimiento; al punto de enumerar todos los
puntos de partida intelectual que tenía aquel pequeño receptáculo de espejos y
sillones. Además de su extrapolación trascendiendo, que no es ninguna pretensión,
puesto que todo intelectual de la zona que se preciara ¡tenía! que venir a
arrastrar la pluma por su primitivo humilde destartalado piso. Los que no
acudieron son de falso estilo, ilusorios, con resistente orgullo y entrados en
quiméricas, inexistentes imaginaciones de altura, pero inmersos en el profundo
pozo de la bobería alegre. Mantenerse al margen con un estilo, carácter y
talante sin confrontar, o sea, puestos allá prescindiendo del mayor colegio que
ha tenido Tamaraceite,- no por las clases de los esquiladores allí, sino por
los que por mil motivos allí acudían; para los que alcancen a entender esto les
parecerá poco calificar esa dejación, ese pasotismo, de solo temerario.
Así es que Tino, lo que dices de la barbería
es bonito porque fue una realidad, una posibilidad real que nadie nos podrá
quitar y que disfrutamos cuantos no estábamos por encima del bien y del mal,
cuantos nos congratulábamos, congraciábamos, convivíamos ,departíamos, sin
elevación ninguna, sin la prudencia que da el “juntos pero no revueltos”
¡siempre estuvimos revueltos todos! Y si como consecuencia aparecían las tandas
de trompadas, ya tengo dicho, que al siguiente día nos lamíamos mutuamente las
heridas.
Te agradezco la parte amplia que
dedicas “a nuestros talentos” no te diré Tino, que tus elogios son inmerecidos,
como se apura a decir todo elogiado 1) porque son verdad y nos hemos
sobrepuesto a base del esfuerzo de la racionalidad a que éramos obligados por
los sesudos señores, que bajo nuestra, ponían su cabeza. Todo eran invitaciones
a estar a la altura y 2) porque basta que tú lo digas Tino para ser verdad que
no somos pacotilla. Si tú dices que es verdad yo sin valorar nada también digo
que es verdad porque si tú dices que es verdad es que es verdad. Valoro en este
extremo exacto que siempre fuiste comedido prudente y nada dado a espavientos.
TINO, para ti no tengo pereza,
por lo que, me estaría aquí hasta perder la conciencia de los límites de un
comentario. La culpa es tuya por no tener renuncios, regateos, contradicciones
y cuentos. La culpa es tuya por ser encantador y persona que cuando aparece en
cualquier sitio, a mí se me ensancha el sí mismo. Tu presencia me da optimismo
y veo completo, de antemano, y sin fallos, el evento de que quiera que se
trate; por eso que hermana y se llama confraternizar o congeniar por similar
mirar.
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Un abrazo de tu colega.