Algunos deberes y algunos derechos

Por: Luis C. García Correa y Gómez
Me gusta repetir dos frases muy conocidas. Primera: no basta con ser bueno, hay que parecerlo y demostrarlo. Segunda: todos nos equivocamos.
Si todos tenemos el deber de exponer nuestro criterios con el deseo de colaborar al bien,- no imponiendo, aunque se tenga razón -, también todos esperamos que los demás ejerzan su derecho a opinar, - con el mismo deseo de hacer el bien -, para esclarecer errores.
Unos y otros debemos expresarnos, porque de la discusión nace la luz.
Es preferible expresar una opinión razonada, - siempre que podamos, porque el deber es constante -, a permanecer callados.
La incomunicación genera mal y, por tanto, no beneficia.
También los extremos son malos.
Y ¿todo esto a qué viene?
Me preocupa el no saber si mis temas son correctos, si estoy exponiendo lo que debo y si lo digo adecuadamente.
No pretendo imponer, me limito a exponer. La razón es bien sencilla: sólo me creo hijo de Dios, con todos los defectos y virtudes de cualquier ser humano.
Les ruego, con toda sinceridad y honestidad, que me ayuden.
Opinen. Sugiéranme temas que consideran importantes estudiar y tratar.
Decir cosas es fácil. Razonarlas es más difícil. Y así y todo, uno puede equivocarse, y necesita que se lo digan para corregir los errores, aunque sean involuntarios y procedan de la mejor intención.
Los años nos dan experiencia, pero no dogmatismo. Muchos conocimientos, pero no siempre certezas.
La buena voluntad disminuye los errores, pero no los evita.
En espera de recibir, cuando puedan, la necesaria honesta información de ustedes, haciéndome ver los errores que cometo, así como qué otros temas se deberían tratar, reciban, como siempre, mi eterno agradecimiento, y que podamos tener la plena felicidad, que es para lo que hemos nacido.
Repito: no basta ser bueno, hay que demostrarlo.
Mi deber es motivar y aclarar si es posible, y su derecho es aceptarlo o rechazarlo, pero nunca despreocuparse.
         

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